En principio, la idea es sencilla: una huelga de consumo consiste en dejar de consumir bienes y servicios durante el día fijado para la huelga. Realizar una huelga de consumo respondería a dos de las limitaciones de una huelga general: por una parte, incluye a toda aquella persona que no puede realizar huelga “laboral” – en realidad, se supone que sólo pueden realizarla trabajadores por cuenta ajena, y de estos ni tan siquiera todos-; por otra, dejar de consumir bienes pero sobre todo servicios contribuiría de alguna manera a no forzar a alguien a trabajar – y así, de paso, contribuir a deslegitimar la práctica de fijar servicios mínimos abusivos para minimizar la repercusión de la huelga.-