En el siglo XVII empiezan a usarse las mantillas de encaje como se aprecia en algunos retratos femeninos de Velázquez, formando parte del guardarropa de algunas mujeres elegantes y damas de alta condición social, sustituyendo las mantillas de paño y seda usadas casi exclusivamente hasta entonces por las mujeres de pueblo, por estas de encaje. Si bien su uso generalizado no fue hasta entrado el siglo XVIII. La mantilla es una prenda tradicionalmente española y ninguna otra nación la lleva en su vestimenta femenina salvo las mujeres hispano americanas a las que se les llevó junto con otras muestras de nuestra cultura hispana.