En la actualidad es un atavío que ha quedado restringido a ocasiones especiales, pero hasta mediados del siglo XIX era una pieza básica en el ajuar de cualquier mujer española, que al menos tenía una. Su uso se generalizó desde el siglo XVI siendo extensivo a todas las clases sociales; junto al rosario y el abanico, la mantilla era un atuendo obligado para salir a la calle ya que solamente las solteras podían llevar la cabeza descubierta aunque lo normal era que también la usaran al igual que las niñas pequeñas.