Mis recuerdos martillean siempre, recuerdos, recuerdo tantos años hace.
Otra moneda.
MIGUEL ANGEL LUENGO TARRERO. (Eindhoven, Holanda.)
LLEGUE CON EL SOL
Llegué una mañana,
llegué muy temprano
a mi pueblo del alma;
cuando el sol salía
y bostezaba al alba.
¡Qué fresquino hacía!
¡Cuánta sombra había!
Las calles vacías.
¿Dónde están los niños
que en aquellas mañanas
por aquí jugaban?
¿Dónde las gallinas
que sueltas andaban
en aquellos días
que gallos cantaban?
Mujeres de negro
sus puertas barrían,
¡muy agachadinas
la fusca barrían
con sus escobinas!
Después de barrer,
un cubo de agua
por allí vertían.
¡Qué agua más fresquina!
y por la calle a bajo
regatino hacía
igual que antes
en la infancia mía.
Andé por las calles
donde yo crecí,
¡por todito el pueblo!…..……….. donde yo viví.
Bajeme a la plaza
donde está el pilón
de los cuatro caños,
donde yo bebía
en tiempos antaños
aquella agua fría.
Y en el poyo de piedra
donde estaba entonces
nuestra albaldería,
están los ancianos
sentados al sol,
vestidos de pana
y negra boina, agarrando en sus manos
una cayaina.
Senteme con ellos
para hablar de la vida,
de los viejos tiempos
cuando allí yo vivía.
De los que emigraron,
y los que se quedaron,
de los que nacieron
y los que se jueron.
Y me fuí de mi pueblo
por el midmo camino
que me fuera un día
y lleveme una pena
revestida de alegría.
Más me fuí jurando
que un día volvería
a mi pueblo del alma
donde vine a la vida
con la luz del alba,
en una primavera
cuando el sol salía.
Otra moneda.
MIGUEL ANGEL LUENGO TARRERO. (Eindhoven, Holanda.)
LLEGUE CON EL SOL
Llegué una mañana,
llegué muy temprano
a mi pueblo del alma;
cuando el sol salía
y bostezaba al alba.
¡Qué fresquino hacía!
¡Cuánta sombra había!
Las calles vacías.
¿Dónde están los niños
que en aquellas mañanas
por aquí jugaban?
¿Dónde las gallinas
que sueltas andaban
en aquellos días
que gallos cantaban?
Mujeres de negro
sus puertas barrían,
¡muy agachadinas
la fusca barrían
con sus escobinas!
Después de barrer,
un cubo de agua
por allí vertían.
¡Qué agua más fresquina!
y por la calle a bajo
regatino hacía
igual que antes
en la infancia mía.
Andé por las calles
donde yo crecí,
¡por todito el pueblo!…..……….. donde yo viví.
Bajeme a la plaza
donde está el pilón
de los cuatro caños,
donde yo bebía
en tiempos antaños
aquella agua fría.
Y en el poyo de piedra
donde estaba entonces
nuestra albaldería,
están los ancianos
sentados al sol,
vestidos de pana
y negra boina, agarrando en sus manos
una cayaina.
Senteme con ellos
para hablar de la vida,
de los viejos tiempos
cuando allí yo vivía.
De los que emigraron,
y los que se quedaron,
de los que nacieron
y los que se jueron.
Y me fuí de mi pueblo
por el midmo camino
que me fuera un día
y lleveme una pena
revestida de alegría.
Más me fuí jurando
que un día volvería
a mi pueblo del alma
donde vine a la vida
con la luz del alba,
en una primavera
cuando el sol salía.