Para conservarla, lo mejor es tenerla a temperatura ambiente hasta que se vaya a comer; una vez abierta se debe consumir lo antes posible, pues se degenera rápidamente al contacto con el aire. Es mineralizante y oxidante (quema los tóxicos del cuerpo), ayuda a limpiar los tejidos y la sangre. Por ser muy diurética se indica para los que retienen líquidos.