Sin embargo, venían con él unos jóvenes con pinta de capullos que, con una pasmosa diligencia, le abrían la portezuela del coche, le reían las gracias y le llevaban el maletín. Pues bien, estos jóvenes lo presentaban a los curiosos como político, añadiendo con irónica soberbia que tenía un cargo importante en la capital… “Es ministro”-añadían.