Ante la protesta más iva de las flores, pero pasándosela por la avenida de los bergamotos, el hombre se dirigió al restaurante de los manjares suculentos y ordenó que le llevaran el condumio a la mesa de la ventana luminosa, la que tiene de frente los jardines, las sirenas, el sol, la luna, la montaña y el mar, que todo ello puede juntarse en el renvalso de una buena chequera.