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MEMBRIO: CRONICA SOCIAL-. LA MALDICON EN EL PUEBLO. I PARTE....

CRONICA SOCIAL-. LA MALDICON EN EL PUEBLO. I PARTE.

En el pueblo, se trata de un invierno cruel y maldecido del año 1912, vivía un solitario hombre que sobrevivía a duras penas de la venta de leña, picón, pesca, bellotas, contrabando, caza, etc., sus tratos con la gente los hacia a través de Amancio, el único amigo que tenia en el pueblo, su refugio era un pequeño tinao, de tejao con pizarra y adobe, falagao en el pasar del tiempo, situado en una calleja colindante a la orilla de la ribera, junto a sus animales, persona con bastante mal carácter, poco sociable y peor beber, muy dao a tirar de su navaja con hoja ancha, de corte profundo, de ruda voz, fanfarrón y de malos gestos de frente despejá, al que discutirle de algo que pensara que la lucidez de la conversación le correspondía, se encontraría en una situación amenazante, siendo el descuido su mejor aliado, con su chato de vino revuelto en mano, no soportaba el saber de los demás, se sentaba en solitario con la espalda pegada en la pared, alumbrándose con la luz de un viejo candil de aceite, al calor de la mesa camilla con brasero de lumbre, en la entrada de la taberna desde donde controlaba a los demás, evitando ser sorprendido por algunos de sus enemigos que no serian pocos y menos de fiar.

A la media tarde de un día de perros, con lluvias que oscurecía por momentos, en la distancia una silueta se divisaba confusamente calle arriba con regatos ensanchaos, gorrones sueltos y dispersao que con furia la corriente de lluvia arrastra a la ribera inundá, como así el refugio del amigo acenagao, de imposible acceso, por lo que procedió cambiar del lugar para resguardarse del feroz tiempo, con su burra parda y las dos mulas negras, que en todo momento les acompañaban.

Los lugareños, más mujeres y niños al verle llegar se recogían en las casas con el postigo fechao, con tranca de madera los tinao y cuadra, donde fuese posible con tal de evitar encontrarse frente a él, de conversación ni hablar, su aspecto desarreglao, barba larga de buen refugio de vecinas de pulgas y algún chinche conocido, abrigo brillante a falta de algún remojo y abandono de despojo a soltar, ni que plantear ayudarle a dar cobijo para que se protegiera de la inclemencias del tiempo, el pánico se convertía en un silencio misterioso solo roto por el viento, la lluvia, la tormenta de un tiempo farragoso.

El día siguiente aparecieron ahogado, flotando regato abajo en dirección a la ribera el solitario personaje con su burra parda y las dos mulas de negro pelaje, atadas al cinturón de su pantalón, de escasa pana con remiendo de sacos, las bestias arrastradas fueron condenadas, sin conciencia, la naturaleza en su grado máximo de rebeldía, de injusticia sentenció, la misma suerte que a su dueño les tocó, la diferencia que ellas no les eligieron, y él mal les pagó.

Aquella noche la maldición y el terror se apodero en el animo de todos los convecinos, desde entonces los postigos de las puertas están muy bien cerraos, con cierres engrasaos y mejor cuidao, al ruido de dos golpes que se oyeran en la puerta, se temía la vistita de los espíritus del mal por venir, que no eran otros que los enterrados que habían tenido una vida llena de fechorías complacientes al mal, época de desgracia y peor vivir nos venia.
<<CONTINUARÁ>>