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MEMBRIO: PACO. J, antes y ahora los siervos somos los mismos....

Una vez abanbonados los pueblos, los campos, los caminos todo se pierde. una deuda a pagar muy cara.
FELICES SUEÑOS.

Cruzan los sin patria, esto es, sin trabajo,
por el polvo estéril del viejo camino,
ganando por Dios su limosna a destajo.
una vida perra que truncó el destino.

Con el polvo de la senda en el estío,
a empolvarlos llega tamo de las eras,
donde, siervos, trillan los del señorío
junto al libre paso de las carreteras.

Sus abuelos con su sangre cimentaron
estos campos de la patria en vana guerra,
pues con ella, los muy necios, remacharon
sin saberlo los grilletes de la tierra.

Donde vayan se tropiezan con un coto;
son libres de manos; mas de pies son siervos;
sólo tendrán propio para el cuerpo roto
una huesa que les guarde de los cuervos.

Mas el suelo en que le atasca el potentado,
en el ojo de la aguja, que es la puerta,
su grosura, cuando al pobre, resignado,
quien va en puros huesos, le resulta abierta.

Arrojaron a los vivos las ovejas
y a poblar van, desterrados, los desiertos
de la América, tragándose sus quejas,
y han arado el camposanto de sus muertos.

Mientras brotan de otro lado de los mares
de la raza, aquí ya seca, verdes ramos,
con las piedras que ciñeron sus hogares
ha hecho cercas la codicia de los amos.

Hasta el cielo se elevaron agoreras
dos columnas de humo: sobre los huidos
la del harto buque; la de las hogueras
con que por ahorro rozaron sus nidos.

Huyen mozos, ¡los ingratos!, desertores
de este noble solar patrio, la hipoteca
que responde a los patriotas tenedores
de la Deuda que el sudor sobrante seca.

Y a los que ni pueden emigrar, ¡los pobres!,
la ciudad de las paneras da el asilo
que, ya muerto, con sus rentas Juan de Robres
levantó, para ir al cielo más tranquilo.

Pues que al lado de aquel ojo de la aguja
hay portín secreto que abre llave de oro,
y a saber si allí también no es que le estruja
al que se lo cría quien guarda el tesoro.

(Publicado 14 julio 1912, Miguel de Unamuno, Obras completas VI)

PACO. J, antes y ahora los siervos somos los mismos.
Saludos