Avanza el verano y con temperaturas altas, y puede ser un milagro, y de hecho lo es, que un haya te cobije en parajes próximos a ríos o arroyos con rumores de agua cantarina cuando el calor alcanza su cenit. Bajo la sombra densa y umbrosa, olvidas el tiempo, los quehaceres, las preocupaciones. Y te pierdes por los vericuetos de las otras vidas contadas en otros tiempos y en otros parajes.
En el verano los pueblos despiertan de su letargo atraídos por la llegada de los veraneantes. La vecindad holgada por entre casas de postigos cerrados cose ahora sus voces en las paredes colindantes y enredan las charlas desde las puertas. Son las personas mayores los primeros en regresar a sus casas de siempre, aquellas donde iniciaron un proyecto de vida, criaron a los hijos y sintieron el primer estremecimiento de su ausencia cuando salieron del pueblo para estudiar o encontrar un trabajo: pequeñas soledades unidas en la pirámide del éxodo hasta coronar el vértice de la diáspora, de la despoblación.
El calor cobija el aliento de las vacaciones. Los niños van llegando en sucesivas remesas a las casas de los abuelos y pueblan las calles de voces y juegos. En el aire se dibujan vidas futuras que saben de libertad, de naturaleza, de animales, de atardeceres de fuego, de cielos estrellados, que saben pintar gallinas, burros, vacas, huertos, ríos, encinas, olivos… que olvidan por un tiempo el asfalto, los coches, la contaminación…, y que son felices. Cae la tarde. El paisaje languidece y se perfilan en negro las cumbres de la sierra. Las huellas de mis sueños no son menos reales que las de mis palabras.
Esta crisis económica tan brutal que estamos padeciendo obliga a un cambio de estrategia en el mapa económico. La gente erudita, nuestros dirigentes políticos y demás fuerzas vivas han de sustituir un “mercadeo” a todas luces agonizante por otras propuestas de progreso. ¿No tendremos algo qué decir los pueblos sobre el desarrollo rural? ¿Es terreno baldío tanta riqueza en los montes? ¿Nos tienen en cuenta o sólo se acuerdan de nosotros para reducir el número de ayuntamientos por un populismo espurio? Con todas las premisas expuestas es muy fácil construir un silogismo: Ahí va: primera proposición: los pueblos ofrecen a los ciudadanos una vida más saludable sobre todo para los niños; segunda proposición: los pueblos pueden ser un potencial económico de futuro. Conclusión: Los pueblos deben ser lugares de inmigración progresiva.
¡Qué vivan los pueblos!
Esto es parte de un articulo escrito por Gustavo Duch. Me ha llenado de recuerdos, que quiero compartirlo con todos vosotros.
Saludos,,,, falco
En el verano los pueblos despiertan de su letargo atraídos por la llegada de los veraneantes. La vecindad holgada por entre casas de postigos cerrados cose ahora sus voces en las paredes colindantes y enredan las charlas desde las puertas. Son las personas mayores los primeros en regresar a sus casas de siempre, aquellas donde iniciaron un proyecto de vida, criaron a los hijos y sintieron el primer estremecimiento de su ausencia cuando salieron del pueblo para estudiar o encontrar un trabajo: pequeñas soledades unidas en la pirámide del éxodo hasta coronar el vértice de la diáspora, de la despoblación.
El calor cobija el aliento de las vacaciones. Los niños van llegando en sucesivas remesas a las casas de los abuelos y pueblan las calles de voces y juegos. En el aire se dibujan vidas futuras que saben de libertad, de naturaleza, de animales, de atardeceres de fuego, de cielos estrellados, que saben pintar gallinas, burros, vacas, huertos, ríos, encinas, olivos… que olvidan por un tiempo el asfalto, los coches, la contaminación…, y que son felices. Cae la tarde. El paisaje languidece y se perfilan en negro las cumbres de la sierra. Las huellas de mis sueños no son menos reales que las de mis palabras.
Esta crisis económica tan brutal que estamos padeciendo obliga a un cambio de estrategia en el mapa económico. La gente erudita, nuestros dirigentes políticos y demás fuerzas vivas han de sustituir un “mercadeo” a todas luces agonizante por otras propuestas de progreso. ¿No tendremos algo qué decir los pueblos sobre el desarrollo rural? ¿Es terreno baldío tanta riqueza en los montes? ¿Nos tienen en cuenta o sólo se acuerdan de nosotros para reducir el número de ayuntamientos por un populismo espurio? Con todas las premisas expuestas es muy fácil construir un silogismo: Ahí va: primera proposición: los pueblos ofrecen a los ciudadanos una vida más saludable sobre todo para los niños; segunda proposición: los pueblos pueden ser un potencial económico de futuro. Conclusión: Los pueblos deben ser lugares de inmigración progresiva.
¡Qué vivan los pueblos!
Esto es parte de un articulo escrito por Gustavo Duch. Me ha llenado de recuerdos, que quiero compartirlo con todos vosotros.
Saludos,,,, falco
Hombre FALCO, cuanto tiempo, me alegro que hayas abierto el postigo y tienes razón QUE VIVAN LOS PUEBLOS y los pueblerinos y que sea por muchos años.
Saludos
Saludos