¡Cuanto tiempo! El mío, no es de ustedes. Buenas mañanas.
Me impulsa la genética (Y el desequilibrio) a escribir. He estado de vacaciones psicofísicas y esto requiere su esfuerzo. Agradezco al personal que me hizo feliz, su dedicación; al que me hizo pensar, su esfuerzo. A todos, en general, la inspiración. Mi estómago, y mis sentidos en general, no serían los mismos sin las viandas del “pantano”. Son Vds., realmente extraordinarios. A flor de Nora (flordenora) decirle que agradezco me abriese el cajón de los recuerdos; aunque a decir verdad todo nebuloso, sin momentos puntuales. Eso sí, como en las grandes novelas, con la síntesis entre los dedos.
He leído- y agradezco, dentro del profundo pesar- la noticia de la inducida defunción del Lusitania Expreso, y me ha venido a la memoria la nube que comenté a Flor-de-Nora. He viajado mucho en tren. Ahora, siempre que me subo a uno, lo hace conmigo la nostalgia, y esa hija “putativa y melancólica” que es la vaga y profunda tristeza. La nostalgia no es una hermosa mujer; es, más bien, un velero varado en la calma chicha de la mar, que sueña con el viento.
El Lusitania, desprendía un olor indescifrablemente característico; mezcolanza de carbonilla, madera, diesel, estación, viento; ruido, beso, sueño, juventud…deseos. Un aroma ya muerto que se introduce en el alma cuando las manos del espíritu cierran las ventanas de la visión.
¡Pasajeros al tren!- se oía- Aquella Hilera de acero que, detenido en el tiempo sobre las encinas, componía un maravilloso cuadro de pintura férrica…La falta de memoria aborta los relatos; la inspiración es la luz de la poesía.
Me senté a la vera de un amor imaginario (La imaginación es el alma de los románticos) y, como tengo la fea costumbre de ser muy elocuente en soledad silenciosa, le prometí un relato. Me preguntó si recordaba la primera vez. ¡Por Dios! Eso es como el amor del filósofo: “Sólo se de él, cuando me falta”… Se os quiere y me recordaré al Lusitania Expreso, en quien tanto quise. PC
Me impulsa la genética (Y el desequilibrio) a escribir. He estado de vacaciones psicofísicas y esto requiere su esfuerzo. Agradezco al personal que me hizo feliz, su dedicación; al que me hizo pensar, su esfuerzo. A todos, en general, la inspiración. Mi estómago, y mis sentidos en general, no serían los mismos sin las viandas del “pantano”. Son Vds., realmente extraordinarios. A flor de Nora (flordenora) decirle que agradezco me abriese el cajón de los recuerdos; aunque a decir verdad todo nebuloso, sin momentos puntuales. Eso sí, como en las grandes novelas, con la síntesis entre los dedos.
He leído- y agradezco, dentro del profundo pesar- la noticia de la inducida defunción del Lusitania Expreso, y me ha venido a la memoria la nube que comenté a Flor-de-Nora. He viajado mucho en tren. Ahora, siempre que me subo a uno, lo hace conmigo la nostalgia, y esa hija “putativa y melancólica” que es la vaga y profunda tristeza. La nostalgia no es una hermosa mujer; es, más bien, un velero varado en la calma chicha de la mar, que sueña con el viento.
El Lusitania, desprendía un olor indescifrablemente característico; mezcolanza de carbonilla, madera, diesel, estación, viento; ruido, beso, sueño, juventud…deseos. Un aroma ya muerto que se introduce en el alma cuando las manos del espíritu cierran las ventanas de la visión.
¡Pasajeros al tren!- se oía- Aquella Hilera de acero que, detenido en el tiempo sobre las encinas, componía un maravilloso cuadro de pintura férrica…La falta de memoria aborta los relatos; la inspiración es la luz de la poesía.
Me senté a la vera de un amor imaginario (La imaginación es el alma de los románticos) y, como tengo la fea costumbre de ser muy elocuente en soledad silenciosa, le prometí un relato. Me preguntó si recordaba la primera vez. ¡Por Dios! Eso es como el amor del filósofo: “Sólo se de él, cuando me falta”… Se os quiere y me recordaré al Lusitania Expreso, en quien tanto quise. PC
Estimado amigo. Sólo escribo hoy para despedirme, éste será mi último escrito (aunque ya sabes que he escrito poco y corto). Tengo que agradecerte que me recibieras en el foro con amabilidad, abriéndome las puertas aún sin conocerme. Me voy sobre todo, por respeto, porque como bien me dijiste un día, no es éste el lugar más propicio para la filosofía y además, porque,- como diría ése que tanto admiro (G. B.)-, forma más evidente de hacer el idiota (en este caso, la idiota), no encontraría. Gracias y hasta siempre.