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MEMBRIO: Ayer, llovía por estos lares. Una lluvia que, gota...

Ayer, llovía por estos lares. Una lluvia que, gota a gota, como llamándome, golpeaba sobre los cristales de mi ventana. Pillé, como un poseso, lápiz y papel y comencé a escribir sobre lo que veía más allá del horizonte. Una mosca de A. Machado, me despertó del sueño con la Musa. El caso es que, cuando abrí la puerta, además de mojarme, se me grabó el oscuro día ¿Os acordáis de esos días negros? Y, no sé por qué, me traspuse a la calle donde vivieron mis abuelas (No conocía a mis abuelos) Una calle en la que yo no residía y a la que suelo nombrar como “La vieja calle Nueva”.
Quise analizar el porqué de tal viaje. Independientemente de esa extraña mezcolanza -Tan armoniosa por cierto- de melancolía, tristeza, nostalgia, en la que uno a veces se ve inmerso, debería haber una razón, aunque fuese incomprensible. La razón debieron ser: la lluvia, el empedrado y la corriente que bajaba; cómo no, la algarabía de los chiquillos que, jugando, se mojaban, y las voces de los más viejos: ¡Cómo va! ¡Cómo corre el agua! … Ahora me imagino el silencio, las puertas cerradas; los niños que no gritan, los demás que no hablan. ¡Aquél hermoso río, que en la Nora desembocaba! Saludos. PC