MEMBRIO: Inglaterra 1944 (Continuación)....

Inglaterra 1944 (Continuación).
Pero para tener cachorros necesito aparearme. En realidad, siempre necesito aparearme, porque esta vida perra no admite muchas satisfacciones. Me enamoré hace poco de una pastora alemana como yo a la que llamaban Linda. Nunca olvidaré su aroma de hembra elástica y bién formada. De no haber sido por la jodida guerra, nos habriamos largado a trabajar a cualquier granja para vigilar a los rebaños y auyentar a los ladrones. Pero el servicio no da muchas oportunidades a las hembras en celo. Además, siempre hay mucha competencia en la jauría. No hay posibilidad de acercarse uno al otro cuando estamos en el cercado. Una vez, aprovechando el desescombro de una fábrica bombardeada, coincidimos en un sótano. No había nadie, ni vivos ni muertos, y fue allí donde creo que dejé preñada a Linda. Fue un encuentro intenso, pero demasiado breve, los dos estábamos muy nerviosos. Era la primera vez y el techo crugía sobre nuestras cabezas. Aparejarse así no es aconsejable ni siquiera para los humanos. De regreso a nuestro cuartel nos mirábamos ya no como pastores sino como corderos.
Mañana más.