La Iglesia se planta como un árbol que vive. Como una casa se la levanta aquí y allí donde no está; en este lugar ésta es la primera manifestación, la realización visible de] misterio redentor. Asi San Saturnino, antes de ser un mártir, es el fundador de la iglesia local. Su tumba es un signo de apostolicidad, de enraizamiento en la misión primera de los apóstoles; el espiritu de Cristo los empujaba a la conquista del mundo. A nuestros padres, penetrados del sentido cristiano de la misión evangélica, les gustaba ver en Saturnino un discípulo de los apóstoles. Así la leyenda de que hemos hablado es una manera de expresar que toda fundación de una iglesia local, todo trabajo de evangelización procede de la misión que Cristo dió a los apóstoles, transmitida sólo por ellos. Y, como ellos, Saturnino plantó la Iglesia de Cristo en su sangre.