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MEMBRIO: PROSA POÉTICA TIPO ROMANCE, DE DUDOSO GUSTO...

ricos ricos nos salieron a mis hermanas y a mi loli

PROSA POÉTICA TIPO ROMANCE, DE DUDOSO GUSTO

Un día, ha mucho tiempo, tanto que ni me acuerdo, fui haciendo autostop hasta la provincia de Ávila, en busca de un pueblo. Me acompañó mi gran amigo, Diego.
Ahora, los pueblos están cerca, entonces estaban más lejos; el citado, a hacer gárgaras, allá por la sierra de Gredos. Llegamos de madrugada, nos llevó un humanitario camionero. Allí, “en la soledad de la noche sin luna”, sin ojos verdes ni luceros, sobre un amanecer de miel, veíamos la sierra cuan espejo. Y, nos fuimos caminando hasta San Esteban del Valle y mi amigo se puso enfermo. No fuimos a citada localidad, muy hermosa por cierto, por su intrínseca belleza, eso era lo de menos; fue la “Imbecilidad transitoria” y la edad, si mal no recuerdo. El caso es que pasé por Mombeltrán, sin pena ni gloria y con lo puesto.
Al cabo de los años, ya más maduro y aun con alegría en el cuerpo, me decidí a visitarlo de nuevo. Esta vez hice noche en un hotel de millones de estrellas; no obstante, para mis cervezas sí tuve dinero. Y me fui a visitar su castillo, de un tal Beltrán de la Cueva- Duque de Albuquerque, por cierto- Este tío debió de ser un buen elemento- supuestamente le aplicó a Juana de Portugal, las corrientes gorrineras a contrapelo- Y ¿Quién fuera Juana? Te lo cuento: Juana, reina de la vecina, casó de segundas con Enrique IV, y con Castilla, su reino- Bien es verdad que, por parte de él, sin mucho convencimiento.
El tal Enrique, apodado “el impotente” (Cosa que bien no entiendo) parece ser que tenía mucha parafernalia, que ahora llamamos cuento; la prueba es que con las prostitutas funcionaba bien, según crónicas de aquellos tiempos. Asimismo, al encamarlo a los 15 con su primera, de 12, seguramente no supo de qué iba aquello- no fue precoz el muchacho, cosa que comprendo- A lo peor era unos bodrios las muchachas, sin culos ni pechos.
La iglesia, para no variar, se metió por medio. Terció y dictaminó que debía ser cosa de brujería que Enrique no la metiera dentro. Un embrujo, eso sí, parcialmente, por tiempos- Solamente, con Blanca de Navarra y Juana, no con las putas, por supuesto- (Que las brujas son muy socorridas ya lo sabemos) Con lo fácil que hubiese sido llegar a la conclusión de que las señoras no le hacían tilín, o que estaba como un cencerro. Pero, lo de la brujería solucionó el problema, de momento.
Enrique, hasta el gorro de que le dijeran a quién tenía que llevarse al huerto, tomo por la vía más rápida y cogió la de Villadiego. Se dijo “Que se acueste ella con quien quiera, que yo con quien quiero me acuesto”— Y, parece ser- que yo en políticas no entro- que estando Don Beltrán cerca la conversación estaba oyendo.
A Enrique, le importaba poco quién se beneficiase a Juana, por supuesto, aunque engendrara un heredero. Así que el de la Cueva y la Juana, con el tácito beneplácito de todos, parece ser que consintieron. Y de tal aplicación, nació “La Beltraneja”, que nada pintaba en aquél entierro- Lo de la herencia sería cosa de momento postrero-
Enrique, tenía una hermanastra, Isabel -“La Católica”, que fue luego- heredera al trono de Castilla por derecho. Y aquí se formó el lío, por supuesto; ese que siempre se forma por lo mesmo. Es decir, cuando a la herencia acuden muchos, todos ellos herederos. Por un lado Juana, bastarda de Enrique, natural del Beltrán, según ciertos caballeros. Por otro Isabel, que ya tenía canas en los pelos. Al fondo, lo que pasa siempre, otra guerra civil para el pueblo. Intereses de unos, intereses de otros, mucho más que un contubernio; señores de un lado, señores de otro, siempre con el mismo cuento. Castilla, no tenía reina y querían que fuese reino.
De momento, al hilo de lo anterior, como en cualquier empresa, colocaron a un testaferro. Pero, después, había que poner orden en aquello. Y se puso, por supuesto- Es de reconocer que la guerra era cosa de caballeros, la gleba, simplemente eran siervos; semovientes adscritos a la tierra, como los borregos.
Y en aquella guerra, a los que fueron con Juana, que la perdió, los jodieron. Entre ellos, aun recuerdo Medellín, a muchos extremeños. –“Qué le vamos a hacer, la vida es así”- que dirían los más viejos. Juana “palmó” y como reina de Portugal fue su entierro- Disculpen las molestias, donde está enterrada no me acuerdo- Isabel, casó con el primo Fernando- De Aragón, heredero- y tanto montaron que montaron tanto. El resto de la historia la sabéis, se estudia en Cataluña en los colegios.
PC