LAS GRULLAS.
La grulla común es un ave migratoria de gran tamaño que todos los años llega en grandes bandos para pasar el invierno en el centro y suroeste de la Península Ibérica.
Las grullas (Grus grus) son elegantes aves de gran tamaño parecidas a las cigüeñas que todos los años emprenden un viaje migratorio desde el norte de Europa, hacia el sur del continente y norte de África para pasar el invierno. En la Península Ibérica recalan gran parte de estas aves, principalmente en Extremadura y Andalucía occidental, aunque también en ambas Castillas y en Aragón, especialmente en la laguna de Gallocanta, localidad que cobra importancia año a año en cuanto al número de ejemplares invernantes que acoge.
Las grullas empiezan a llegar a la Península Ibérica a comienzos del otoño. Los bandos más adelantados cruzan los Pirineos mediado ya el mes de septiembre. Sin embargo, la mayor actividad migratoria se concentra entre noviembre y principios de diciembre. Durante esta época es fácil divisar los bandos de grullas en el cielo, con sus características formaciones en “V”.
Las grullas permanecen en sus áreas de invernada hasta el mes de febrero, momento en el que inician su viaje de regreso a las zonas de cría en el norte de Europa.
Las dehesas del sur-oeste peninsular son uno de sus hábitats preferidos para la invernada. Se estima que aproximadamente el 70% de las grullas que invernan en la península lo hacen en los llanos y dehesas extremeñas, donde encuentran abundante alimento y donde utilizan las orillas de muchos embalses como refugio y dormidero.
En Extremadura hay numerosas localidades en las que se puede disfrutar de estas aves durante su invernada. Cada año llegan a la región entre 45.000 y 75.000 grullas a pasar el invierno, que se distribuyen por los diferentes hábitats que ofrece esta Comunidad. Las grullas son aves gregarias que se desplazan en grandes bandos, ya sea en sus largos viajes migratorios o en sus movimientos diarios entre el dormidero y las zonas de alimentación. Por eso, por su gran tamaño y por el potente sonido que emiten, las grullas son fáciles de localizar y de observar, aunque es conveniente tomar algunas precauciones para disfrutar al máximo de ellas sin molestarlas.
Para observar grullas es necesario conocer sus hábitos: suelen establecer sus dormideros en zonas húmedas, como lagunas y orillas de embalses, y se alimentan en los prados, cultivos y dehesas, donde consumen semillas, tubérculos, bulbos y rizomas, así como algunos pequeños animales.
Las grullas anidan en el suelo. Es muy conocido el rito nupcial de la grulla, cuando se aparejan efectúan un baile con movimientos muy vistosos. Esta ceremonia que se realiza con el fin de formalizar el aparejamiento puede durar tan sólo unas horas e incluso alargarse durante meses. La nueva pareja de grullas, seguramente dure hasta el final de sus vidas, suelen establecer la unión de por vida.
Los mejores momentos para observar a las grullas son, indudablemente, el amanecer y el atardecer, cuando dejan el dormidero o regresan a él, con gran algarabía de cientos de gargantas sonando al unísono. Durante el día, lo más común es encontrar a las grullas en los campos y sembrados, alimentándose en grupos numerosos, o en torno a los bebederos donde pueden llegar a concentrarse a cientos.
En las observaciones, conviene mantener siempre una distancia prudencial con respecto a las aves, evitando de esta manera molestias innecesarias. Levantar un bando de grullas puede ser motivo de colisión o muerte accidental para estas aves.
La grulla común es un ave migratoria de gran tamaño que todos los años llega en grandes bandos para pasar el invierno en el centro y suroeste de la Península Ibérica.
Las grullas (Grus grus) son elegantes aves de gran tamaño parecidas a las cigüeñas que todos los años emprenden un viaje migratorio desde el norte de Europa, hacia el sur del continente y norte de África para pasar el invierno. En la Península Ibérica recalan gran parte de estas aves, principalmente en Extremadura y Andalucía occidental, aunque también en ambas Castillas y en Aragón, especialmente en la laguna de Gallocanta, localidad que cobra importancia año a año en cuanto al número de ejemplares invernantes que acoge.
Las grullas empiezan a llegar a la Península Ibérica a comienzos del otoño. Los bandos más adelantados cruzan los Pirineos mediado ya el mes de septiembre. Sin embargo, la mayor actividad migratoria se concentra entre noviembre y principios de diciembre. Durante esta época es fácil divisar los bandos de grullas en el cielo, con sus características formaciones en “V”.
Las grullas permanecen en sus áreas de invernada hasta el mes de febrero, momento en el que inician su viaje de regreso a las zonas de cría en el norte de Europa.
Las dehesas del sur-oeste peninsular son uno de sus hábitats preferidos para la invernada. Se estima que aproximadamente el 70% de las grullas que invernan en la península lo hacen en los llanos y dehesas extremeñas, donde encuentran abundante alimento y donde utilizan las orillas de muchos embalses como refugio y dormidero.
En Extremadura hay numerosas localidades en las que se puede disfrutar de estas aves durante su invernada. Cada año llegan a la región entre 45.000 y 75.000 grullas a pasar el invierno, que se distribuyen por los diferentes hábitats que ofrece esta Comunidad. Las grullas son aves gregarias que se desplazan en grandes bandos, ya sea en sus largos viajes migratorios o en sus movimientos diarios entre el dormidero y las zonas de alimentación. Por eso, por su gran tamaño y por el potente sonido que emiten, las grullas son fáciles de localizar y de observar, aunque es conveniente tomar algunas precauciones para disfrutar al máximo de ellas sin molestarlas.
Para observar grullas es necesario conocer sus hábitos: suelen establecer sus dormideros en zonas húmedas, como lagunas y orillas de embalses, y se alimentan en los prados, cultivos y dehesas, donde consumen semillas, tubérculos, bulbos y rizomas, así como algunos pequeños animales.
Las grullas anidan en el suelo. Es muy conocido el rito nupcial de la grulla, cuando se aparejan efectúan un baile con movimientos muy vistosos. Esta ceremonia que se realiza con el fin de formalizar el aparejamiento puede durar tan sólo unas horas e incluso alargarse durante meses. La nueva pareja de grullas, seguramente dure hasta el final de sus vidas, suelen establecer la unión de por vida.
Los mejores momentos para observar a las grullas son, indudablemente, el amanecer y el atardecer, cuando dejan el dormidero o regresan a él, con gran algarabía de cientos de gargantas sonando al unísono. Durante el día, lo más común es encontrar a las grullas en los campos y sembrados, alimentándose en grupos numerosos, o en torno a los bebederos donde pueden llegar a concentrarse a cientos.
En las observaciones, conviene mantener siempre una distancia prudencial con respecto a las aves, evitando de esta manera molestias innecesarias. Levantar un bando de grullas puede ser motivo de colisión o muerte accidental para estas aves.