OCURRIÓ UN DÍA COMO HOY.-2
Diego Muñoz-Torrero y Ramírez Moyano. Sobre la soberanía nacional: junto con Manuel Luján, también diputado por Extremadura, Muñoz Torrero presentó un texto de once puntos que recogía detenidamente la iniciativa: la legitimidad de los diputados como representantes de la nación, de sus Cortes, el reconocimiento de Fernando VII como rey, la nulidad de la cesión de la corona en favor de Napoleón, la división de poderes, la inviolabilidad de los diputados y el juramento de la regencia de todas estas declaraciones.
El 2 de marzo de 1811, por 78 votos, fue nombrado presidente de la comisión redactora de la Constitución, junto con Agustín Argüelles y Evaristo Pérez de Castro, y fue una de las figuras más destacadas en la redacción de esta primera Constitución liberal que tuvo España, aprobada el 19 de marzo de 1812 y llamada por ello "La Pepa".
Como anécdota, la bandera de las Cortes, de tafetán con dos fajas rojas y una amarilla intermedia, todas de igual anchura, fue regalo de Muñoz-Torrero, bandera que más tarde fue utilizada por la Milicia Nacional a partir de 1820.
A principios de 1814, tras la batalla de Arapiles y el abandono de José I, Fernando VII firma con Napoleón el tratado de Valençay el 11 de noviembre de 1813, consiguiendo la corona a la que había renunciado en Bayona a cambio de la neutralidad española en las guerras de Francia.
A su regreso, en marzo de 1814, y pese a que en el tratado se comprometía al perdón de los afrancesados, en lugar de prestar juramento a la Constitución, Fernando da un golpe de estado con ayuda del General Elío, disuelve las Cortes el 10 de mayo y declara nulas todas las disposiciones tomadas por ellas, persiguiendo y encarcelando a los que participaron en ellas. Por liberal, Muñoz-Torrero fue detenido, y por su condición de sacerdote fue encerrado en el monasterio de San Francisco en Padrón (La Coruña), donde permaneció seis años.
En 1820, el general Riego encabeza una sublevación de las tropas reclutadas para ir a América, que, aunque inicialmente fracasa, obliga al rey a jurar la Constitución, dando comienzo al trienio liberal.
Muñoz-Torrero es elegido de nuevo diputado por Extremadura, y las Cortes le nombran Presidente de su Diputación permanente, puesto desde el que consigue suprimir la Inquisición de forma definitiva. El Gobierno le nombra obispo de Guadix (pues seguía vigente el derecho de presentación de obispos), pero el Papa no refrenda dicho nombramiento, aparentemente por los informes del ex-inquisidor granadino Verdejo, que era canónigo de Guadix y absolutista acérrimo.
Persecución y muerte
En 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis enviados por la Santa Alianza devuelven a Fernando VII sus prerrogativas absolutistas el 1 de octubre, dando comienzo a la Década Ominosa. Muñoz-Torrero huye a Portugal, donde también es perseguido por sus ideas liberales. Hecho prisionero, es encerrado en la Torre de San Julián de la Barra y torturado, permaneciendo hasta su muerte, ocurrida el 16 de marzo de 1829.
Su cuerpo fue trasladado a Madrid, al Panteón de Hombres Ilustres y colocado en el mausoleo conjunto, una cripta construida en 1857 bajo una estatua que representa la Libertad, y donde se encuentran los cuerpos de Agustín de Argüelles, José María Calatrava, Juan Álvarez Mendizábal, Diego Muñoz-Torrero, Francisco Martínez de la Rosa y Salustiano Olózaga.
Diego Muñoz-Torrero y Ramírez Moyano. Sobre la soberanía nacional: junto con Manuel Luján, también diputado por Extremadura, Muñoz Torrero presentó un texto de once puntos que recogía detenidamente la iniciativa: la legitimidad de los diputados como representantes de la nación, de sus Cortes, el reconocimiento de Fernando VII como rey, la nulidad de la cesión de la corona en favor de Napoleón, la división de poderes, la inviolabilidad de los diputados y el juramento de la regencia de todas estas declaraciones.
El 2 de marzo de 1811, por 78 votos, fue nombrado presidente de la comisión redactora de la Constitución, junto con Agustín Argüelles y Evaristo Pérez de Castro, y fue una de las figuras más destacadas en la redacción de esta primera Constitución liberal que tuvo España, aprobada el 19 de marzo de 1812 y llamada por ello "La Pepa".
Como anécdota, la bandera de las Cortes, de tafetán con dos fajas rojas y una amarilla intermedia, todas de igual anchura, fue regalo de Muñoz-Torrero, bandera que más tarde fue utilizada por la Milicia Nacional a partir de 1820.
A principios de 1814, tras la batalla de Arapiles y el abandono de José I, Fernando VII firma con Napoleón el tratado de Valençay el 11 de noviembre de 1813, consiguiendo la corona a la que había renunciado en Bayona a cambio de la neutralidad española en las guerras de Francia.
A su regreso, en marzo de 1814, y pese a que en el tratado se comprometía al perdón de los afrancesados, en lugar de prestar juramento a la Constitución, Fernando da un golpe de estado con ayuda del General Elío, disuelve las Cortes el 10 de mayo y declara nulas todas las disposiciones tomadas por ellas, persiguiendo y encarcelando a los que participaron en ellas. Por liberal, Muñoz-Torrero fue detenido, y por su condición de sacerdote fue encerrado en el monasterio de San Francisco en Padrón (La Coruña), donde permaneció seis años.
En 1820, el general Riego encabeza una sublevación de las tropas reclutadas para ir a América, que, aunque inicialmente fracasa, obliga al rey a jurar la Constitución, dando comienzo al trienio liberal.
Muñoz-Torrero es elegido de nuevo diputado por Extremadura, y las Cortes le nombran Presidente de su Diputación permanente, puesto desde el que consigue suprimir la Inquisición de forma definitiva. El Gobierno le nombra obispo de Guadix (pues seguía vigente el derecho de presentación de obispos), pero el Papa no refrenda dicho nombramiento, aparentemente por los informes del ex-inquisidor granadino Verdejo, que era canónigo de Guadix y absolutista acérrimo.
Persecución y muerte
En 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis enviados por la Santa Alianza devuelven a Fernando VII sus prerrogativas absolutistas el 1 de octubre, dando comienzo a la Década Ominosa. Muñoz-Torrero huye a Portugal, donde también es perseguido por sus ideas liberales. Hecho prisionero, es encerrado en la Torre de San Julián de la Barra y torturado, permaneciendo hasta su muerte, ocurrida el 16 de marzo de 1829.
Su cuerpo fue trasladado a Madrid, al Panteón de Hombres Ilustres y colocado en el mausoleo conjunto, una cripta construida en 1857 bajo una estatua que representa la Libertad, y donde se encuentran los cuerpos de Agustín de Argüelles, José María Calatrava, Juan Álvarez Mendizábal, Diego Muñoz-Torrero, Francisco Martínez de la Rosa y Salustiano Olózaga.