LOS DOS HUESPEDES
Dos caballeros viajaban por unas montañas y llegaron a un pueblo en donde decidieron pasar la noche.
Comenzaron a buscar alojamiento y les ofrecieron asilo en dos lugares separados por tener cabida para uno solo en cada uno de ellos. Se dieron a la tarea de elegir en cual dormiría o cada uno. Uno de ellos escogió la casa principal del pueblo, con la elegante fachada adornada con arcos labrados y puerta claveteada.
El otro, tuvo que quedarse en una de las humildes casas del pueblo, de huertecillo de entrada y techo de paja. Pero resultó que al encontrarse al día siguiente para continuar el camino, fue muy diferente lo que cada uno de ellos contó al otro:
-A mi- dijo el que durmió en la mansión- me tocó una enorme cama de dosel lleno de tierra, los ratones alojaban a las colgaduras, temblé de frío toda la noche en la inmensa pieza sin calefacción y me dieron un mal desayuno de acuerdo con la decoración.
- Lo que es a mí, -dijo el otro - me tocó una pequeña alcoba, tibia con el calor de la cocina, una limpia cama perfumada a espliego y desayuné en la mañana con tibia leche de la vaca y pan recién horneado.
Moraleja:
“Muchos nos dejamos engañar por las apariencias”
Fábulas De Esopo
Fuente: Toribio Anyarin Injante
Dos caballeros viajaban por unas montañas y llegaron a un pueblo en donde decidieron pasar la noche.
Comenzaron a buscar alojamiento y les ofrecieron asilo en dos lugares separados por tener cabida para uno solo en cada uno de ellos. Se dieron a la tarea de elegir en cual dormiría o cada uno. Uno de ellos escogió la casa principal del pueblo, con la elegante fachada adornada con arcos labrados y puerta claveteada.
El otro, tuvo que quedarse en una de las humildes casas del pueblo, de huertecillo de entrada y techo de paja. Pero resultó que al encontrarse al día siguiente para continuar el camino, fue muy diferente lo que cada uno de ellos contó al otro:
-A mi- dijo el que durmió en la mansión- me tocó una enorme cama de dosel lleno de tierra, los ratones alojaban a las colgaduras, temblé de frío toda la noche en la inmensa pieza sin calefacción y me dieron un mal desayuno de acuerdo con la decoración.
- Lo que es a mí, -dijo el otro - me tocó una pequeña alcoba, tibia con el calor de la cocina, una limpia cama perfumada a espliego y desayuné en la mañana con tibia leche de la vaca y pan recién horneado.
Moraleja:
“Muchos nos dejamos engañar por las apariencias”
Fábulas De Esopo
Fuente: Toribio Anyarin Injante