Je, je, ¡con lo vergonzosa y pudorosa que es la mi Hili!.
Acostumbra a darme unos sustos que ni os cuento.
El otro día se le cerró tras ella la
puerta del baño con el grifo de la bañera puesto, sin ningún pincho a mano para poderla abrir desde fuera, y yo, lejos de
casa. Menos mal que estaba con su hermana Candela, y mientras una me alertaba por teléfono, la otra enderezó un rizador y se apañaron para salir airosas, ellas solitas, de aquella situación, pero el susto me lo llevé.
Cuando cada
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