Luz ahora: 0,10806 €/kWh

MEMBRIO: Chengue, Valdio gracias. Pero tengo que decir que no...

Para mi padre.

Hoy mis ojos no pueden verte. Hoy mi boca no podrá besarte. Hoy mis manos no podrán acariciarte. Hoy mis brazos no podrán abrazarte, pero en mi corazón estás en un lugar privilegiado. Te quiero papá.

Carta para tí.

Vicente, mi padre, el hombre que respira en los bosques, arroyos y trigales de la vieja España que se va por última vez para no volver. Pero quedan los caminos que abrió, quedarán sus muros de piedra encajadas con amor de artesano y seriedad del arquitecto que debió ser. Sus canas hermosas ondean al viento del noroeste extremeño, viento de sierra y mar. Una voz grave, paciente, suena en las dehesas del triángulo que se clava en Portugal como una cuña verde y azul de ríos y encinares. Veo tus ojos mirando a lo lejos, en silencio, en silencio. El hombre que acaricia las piedras una por una hasta construir su sueño, mira con el poder antiguo de su raza. El hombre de manos duras y suaves, recoge hojas de olivo llenas de perlas de rocío para llevar a casa. Busca por los huertos, busca por los caminos, busca atravesando las alambradas y mirando al frente. Soy yo, soy Vicente, padre de Petra y amor de Emilia. Vengo de abrir caminos y construir casas hermosas para vosotros, no puedo deternerme o mi don lo perderé. Traigo tierra en las manos y tomillo y romero entre mis blancos cabellos. Dadme olores de tierra para construir mi historia; sé contar todas las hitorias, porque las he vivido todas. Yo he amado en silencio mientras iba de la majada a la dehesa abierta de par en par. Cada encina me conoce, y las piedras me aman y disputan por estar entre mis manos (tienes manos hermosas, papa
Vicente anda descalzo por la brillante herba que la rivera ha puesto para los valientes que se apartan de lo modélico, para los que aman. Vicente, ¿Dónde vas?, voy a coger la flor del mimoso que reina en mis dias y mis noches, te la prenderé en el pelo, y eso querrá decir "Te amo, amor mío". El te ama, mujer de ojos azules, mujer incansable de corazón delicado. Estás hermosa con el amarillo en el pelo. Vicente ¿donde vas? voy a por olores de jara y romero, los traeré en mi piel, en mi aliento, en mis cabellos encanecidos. Son para tí, para ti los traigo.
A ti te llamaré verdemar, porque te trajo una tarde de primavera la brisa altántica hasta el lecho de trigo y amapolas que nos acogía a tu madre y a mí

FELICIDADES PARA TODOS LOS PADRES, JOSÉS Y JOSEFAS.
Besos para todos

Hermosa carta, Coral; Vicente, en su descanso eterno, habrá hecho un inciso para recibirla con todo el cariño del mundo. Siempre se rodeó de piedras, y, con ellas, fue edificando su vida.

Un beso, y gracias por tu felicitación.

Chengue, Valdio gracias. Pero tengo que decir que no todas las palabras son mías. La carta la escribieron para mi, una persona que conocía muy bien a mis padres y que también los quería mucho.
Verdaderamente es hermosa y no me canso de leerla, cada vez que lo hago me emociono. Hoy la que querido sacar porque, es cierto, quería hacerle un pequeño homenaje y para que se conociera un poco más cómo era mi padre, porque verdaderamente lo ha descrito tal y como era; hombre aparentemente rudo y serio, pero con una gran sensibilidad, un hombre que amaba la vida, el arte, el conocimiento, a pesar de haber tenido pocas posibilidades por las dificultades familiares de entonces. Un hombre autodidacta y con un gran sentido del humor.
Un beso para todos y que paseis un buen día