MEMBRIO: LA PERDIZ....

LA PERDIZ.

Entre rastrojos nació una primavera tarda
y por los campos cantó alegrando las senaras,
cuando el verano pasó, con esas lluvias primeras
que con el otoño ya llegan, la perdiz se confió,
y un domingo de octubre que abierta estaba la veda
un perdigón traicionero salido de una escopeta y
dio con la perdiz al suelo muy cerca de una cuneta.

El cazador muy ufano de la percha la colgó
y en casa con mucho mimo a la perdiz desvistió,
en el fuego han colocado un caldero bien dorado
en él han puesto aceite, cebolla, tomillo y clavo,
y cuando estuvo todo, todo muy bien rehogado,
a la perdiz en esa mezcla, a la pobre la bañaron,
mixtura maravillosa que sabe a sol y huele a campo.

Estando la perdiz blandita con sus carnes sonrosadas
unas manos muy amigas la cubrieron con arroz,
tal si fuese el arroz, el arroz, agua bendita,
en un comedor bonito, en mesa con buen mantel
en un plato muy coqueto la perdiz se presentó.

La perdiz miró a los invitados con sus ojitos de arroz
y estos muy serios, a la perdiz contestaron:
¡A ti; a ti no te comemos nosotros!.
Esta es la bella historia que un día escuché yo
en las tierras extremeñas.