MEMBRIO: Qué bonito, Coral!...

El grano muere en la tierra para poder ser acariciado por el viento en su nuevo ropaje como espiga.
Así siento ahora a mi madre, acariciada por el soplo del Espíritu en su nueva condición de ser de luz. Es sentir dentro de mí ese mismo soplo, esa misma luz, lo que me hace poder vivir esta profunda tristeza envuelta en un delicado encaje de serenidad bordado con los hilos del amor.
Lloro no porque se haya ido sino porque ya no la tengo aquí conmigo a mi lado. Pero brotan unas lágrimas tibias, suaves, incluso dulces cuando emanan de la fuente de la aceptación, la comprensión y el agradecimiento.
Acepto que la muerte es el gran servicio que todos brindamos a la Vida para que ésta pueda regenerarse, renovarse en sus formas y maneras.
Ella no se ha ido porque sigue estando a una distancia infinita pero que no supone separación alguna, al mismo tiempo tan lejos.... y tan cerca.
Las dos orillas no están nunca separadas sino unidas por la corriente del río.
En medio de un dolor que no es sufrimiento, de una tristeza que tengo pero que no me tiene a mí, agradezco a la Vida su vida, mi vida a través de ella.
Hoy, como todos los días te he extrañado, me faltas, te echo de menos.
Hoy, como todos los días has estado en mis pensamientos.
Hoy, como todos los días te llevo en mi corazón

Qué bonito, Coral!
Me he emocionado...
Un besazo