A ver que luego vienen con el ojo izquierdo y dicen que no leemos, no participamos... mmm tampoco sera que usamos pañales (risas). Que a ser verdad el Salor es un pequeño rio pero es el rio de la vida, se la vi o como se diga.
El meandro del Salor
2013 enero
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar” decía Machado, y tomando ejemplo, no para exiliarme ni para sacar mi juvenil ‘espíritu aventurero’, hago de esta frase mi himno, como ya hizo hace algún tiempo Serrat. Comienzo un nuevo viaje, esta vez no solita, sino acompañada de mi cámara y mis ganas de mostrarles la belleza de los paisajes tan poéticos que tenemos en Extremadura, tan cercanos que pasan desapercibidos.
Hay un río que delimita los términos municipales de Aliseda y Cáceres: el Salor. Este río fronterizo nace en la ladera norte de la Sierra de Montánchez y desemboca en el tramo fronterizo con Portugal del río Tajo, entre Santiago de Alcántara y Alcántara. En su curso alto, el Salor recorre los municipios de Montánchez, Valdefuentes, Torremocha, Torrequemada y Torreorgaz. Después entra en Cáceres, se embalsa y se demora en su curso medio, quizás el más bello, donde cruza bajo un puente romano.
Aquí, bajo este puente romano, donde la gran cantidad de pizarras y bellotas que hay en el suelo te hacen resbalar, donde los pescadores se cobijan de la lluvia tras echar las cañas, hasta hace pocos años, iba con mi grupo de amigas, cargada de hamacas, chuletas y bebidas para disfrutar de una agradable tarde. Así descubrí este lugar tan bonito que hoy les muestro, con la ignorancia y la poca curiosidad de la edad del pavo, aunque por suerte, con los años, vas madurando.
Sin embargo, es una zona mucho más escondida, a la que difícilmente se puede acceder en coche si es un día de lluvia, porque un gran charco en medio del camino así lo impide, la que hoy quiero mostrarles. Se llega a ella siguiendo el camino, cruzando el puente, dejándose llevar por la belleza del paisaje, siendo bueno a veces, como dice Machado, “volver la vista atrás”, aunque en este caso la senda que vemos sí se ha de volver a pisar porque no tiene otra salida.
Sin darte cuenta, terminas en lo alto de un precipicio frotándote los ojos ante la exaltación de tales vistas: justo ante ti, el Río Salor forma un meandro bellísimo con dos puentes paralelos llenos de encanto: uno de la primera mitad del siglo XX, que formaba parte del antiguo trazado de la carretera de Cáceres a Portugal, y otro romano, que pertenecía a la calzada que iba hasta las dehesas de la zona de Azagala, bajo el que nos encontrábamos antes.
En ese punto, el Salor ya ha recibido las aguas de su principal afluente, el Ayuela, y en estos días de invierno baja caudaloso y lleno de brío. Tras trazar una curva cerrada, el río se dirige hacia el puente nuevo del trazado actual de la N-521 de Cáceres a Portugal. Y con este paisaje tan poético, tan cercano que resulta extraño que diga que está en Extremadura, a unos kilómetros de sus casas, de sus chalets, de sus pueblos, y que les invito a visitar, me despido, volviendo la vista atrás, de camino a casa por la senda por la que llegué y dejándoles una última frase de Machado: “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar”. Ya que en Extremadura no tenemos mar, sigamos el camino, el transcurso de nuestros bellos ríos.
Por Carolina diaz
http://blogs. hoy. es/solitaencaceres/2013/01/24/ elmeandrodelsalor/
El meandro del Salor
2013 enero
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar” decía Machado, y tomando ejemplo, no para exiliarme ni para sacar mi juvenil ‘espíritu aventurero’, hago de esta frase mi himno, como ya hizo hace algún tiempo Serrat. Comienzo un nuevo viaje, esta vez no solita, sino acompañada de mi cámara y mis ganas de mostrarles la belleza de los paisajes tan poéticos que tenemos en Extremadura, tan cercanos que pasan desapercibidos.
Hay un río que delimita los términos municipales de Aliseda y Cáceres: el Salor. Este río fronterizo nace en la ladera norte de la Sierra de Montánchez y desemboca en el tramo fronterizo con Portugal del río Tajo, entre Santiago de Alcántara y Alcántara. En su curso alto, el Salor recorre los municipios de Montánchez, Valdefuentes, Torremocha, Torrequemada y Torreorgaz. Después entra en Cáceres, se embalsa y se demora en su curso medio, quizás el más bello, donde cruza bajo un puente romano.
Aquí, bajo este puente romano, donde la gran cantidad de pizarras y bellotas que hay en el suelo te hacen resbalar, donde los pescadores se cobijan de la lluvia tras echar las cañas, hasta hace pocos años, iba con mi grupo de amigas, cargada de hamacas, chuletas y bebidas para disfrutar de una agradable tarde. Así descubrí este lugar tan bonito que hoy les muestro, con la ignorancia y la poca curiosidad de la edad del pavo, aunque por suerte, con los años, vas madurando.
Sin embargo, es una zona mucho más escondida, a la que difícilmente se puede acceder en coche si es un día de lluvia, porque un gran charco en medio del camino así lo impide, la que hoy quiero mostrarles. Se llega a ella siguiendo el camino, cruzando el puente, dejándose llevar por la belleza del paisaje, siendo bueno a veces, como dice Machado, “volver la vista atrás”, aunque en este caso la senda que vemos sí se ha de volver a pisar porque no tiene otra salida.
Sin darte cuenta, terminas en lo alto de un precipicio frotándote los ojos ante la exaltación de tales vistas: justo ante ti, el Río Salor forma un meandro bellísimo con dos puentes paralelos llenos de encanto: uno de la primera mitad del siglo XX, que formaba parte del antiguo trazado de la carretera de Cáceres a Portugal, y otro romano, que pertenecía a la calzada que iba hasta las dehesas de la zona de Azagala, bajo el que nos encontrábamos antes.
En ese punto, el Salor ya ha recibido las aguas de su principal afluente, el Ayuela, y en estos días de invierno baja caudaloso y lleno de brío. Tras trazar una curva cerrada, el río se dirige hacia el puente nuevo del trazado actual de la N-521 de Cáceres a Portugal. Y con este paisaje tan poético, tan cercano que resulta extraño que diga que está en Extremadura, a unos kilómetros de sus casas, de sus chalets, de sus pueblos, y que les invito a visitar, me despido, volviendo la vista atrás, de camino a casa por la senda por la que llegué y dejándoles una última frase de Machado: “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar”. Ya que en Extremadura no tenemos mar, sigamos el camino, el transcurso de nuestros bellos ríos.
Por Carolina diaz
http://blogs. hoy. es/solitaencaceres/2013/01/24/ elmeandrodelsalor/