Pensé en alguien que me ofreciera ideales
para dignificar a las personas
más deterioradas de la tierra;
y mi pensamiento se transformó
en el rostro de Teresa de Calcuta.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales
para defender la paz sin usar la violencia
y mi pensamiento se transformó
en el rostro de Mahatma Gandhi.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales
de sencillez y transparencia;
y mi pensamiento se transformó
en el rostro de Francisco de Asís.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales
para poner en primer lugar al ser y no al tener;
y mi pensamiento se tranformó
en el rostro de Erick Fromm.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales
para defenderlos derechos humanos
sin distinción de colores ni de razas;
y mi pensamiento se transformó
en el rostro de Martin Luther King.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales
constrastado por el razonamiento
y mi pensamiento se transformó
en el rostro de Aristóteles.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales
en buscade aventuras heroicas
y mi pensamiento se transformó
en el rostro de Cervantes.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales de solidaridad
y mi pensamiento se transformó
en el rostro de Vicente Ferrer.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales de paciencia
y el pensamiento se transformó
en el rostro del Santo Job.
Pensé en el rostro de Jesús
y en mi mente aparecieron todos estos maravillosos personajes;
unidos a millones de hombres y mujeres
que han pasado por la historia humanizando la vida.
Hoy los encuentro también en la comunidad cristiana
porque viven con una adhesión inseparable
a la persona de Jesús y siguen su evangelio;
Aquí encuentran el ideal que concentra sus mejores aspiraciones
para dignificar a las personas
más deterioradas de la tierra;
y mi pensamiento se transformó
en el rostro de Teresa de Calcuta.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales
para defender la paz sin usar la violencia
y mi pensamiento se transformó
en el rostro de Mahatma Gandhi.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales
de sencillez y transparencia;
y mi pensamiento se transformó
en el rostro de Francisco de Asís.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales
para poner en primer lugar al ser y no al tener;
y mi pensamiento se tranformó
en el rostro de Erick Fromm.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales
para defenderlos derechos humanos
sin distinción de colores ni de razas;
y mi pensamiento se transformó
en el rostro de Martin Luther King.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales
constrastado por el razonamiento
y mi pensamiento se transformó
en el rostro de Aristóteles.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales
en buscade aventuras heroicas
y mi pensamiento se transformó
en el rostro de Cervantes.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales de solidaridad
y mi pensamiento se transformó
en el rostro de Vicente Ferrer.
Pensé en alguien que me ofreciera ideales de paciencia
y el pensamiento se transformó
en el rostro del Santo Job.
Pensé en el rostro de Jesús
y en mi mente aparecieron todos estos maravillosos personajes;
unidos a millones de hombres y mujeres
que han pasado por la historia humanizando la vida.
Hoy los encuentro también en la comunidad cristiana
porque viven con una adhesión inseparable
a la persona de Jesús y siguen su evangelio;
Aquí encuentran el ideal que concentra sus mejores aspiraciones