BOLINDRE:
Canica.
LOS BOLINDRES eran de dos clases: unos eran de barro cocido, las piezas que se jugaban; otros, con los que se jugaba eran de piedra, más o menos de la misma medida.
A mediados de los años 60, los bolindres de barro se compraban a perra gorda, diez céntimo de peseta.
De otras clases también había, pero más escasos como los de cristal (eran realmente tapones de botellas de gaseosa, que al romperse ya no se podían volver a utilizar). Resultaban poco prácticos porque cuando los engalichaban con los de piedra resultaban dañados. También se jugaba con los de acero, más pequeños que los anteriores (eran bolas de rodamientos de rueda de coche, o de motores). Se utilizaban poco, pues al ser más pesados costaba mucho trabajo lanzarlos y se quedaban más cerca. Los más raros de todos, los de metal (eran realmente bolas-tuercas embellecedoras de camas). Pesaban poco por estar huecos y había que rellenarlos de plomo, equiparándose así con los de acero.
Canica.
LOS BOLINDRES eran de dos clases: unos eran de barro cocido, las piezas que se jugaban; otros, con los que se jugaba eran de piedra, más o menos de la misma medida.
A mediados de los años 60, los bolindres de barro se compraban a perra gorda, diez céntimo de peseta.
De otras clases también había, pero más escasos como los de cristal (eran realmente tapones de botellas de gaseosa, que al romperse ya no se podían volver a utilizar). Resultaban poco prácticos porque cuando los engalichaban con los de piedra resultaban dañados. También se jugaba con los de acero, más pequeños que los anteriores (eran bolas de rodamientos de rueda de coche, o de motores). Se utilizaban poco, pues al ser más pesados costaba mucho trabajo lanzarlos y se quedaban más cerca. Los más raros de todos, los de metal (eran realmente bolas-tuercas embellecedoras de camas). Pesaban poco por estar huecos y había que rellenarlos de plomo, equiparándose así con los de acero.