LOS LABRADORES Y LA ENCINA GRANDE
Esta encina es de Salorino, pero como veo que nadie le presta la atención que se merece lo hago yo para su reconocimiento por tres razones: Está en un lugar muy visible, es grande y bonita y por su relación con los labradores de Membrio.
Está en los Rehoyos y a pocos metros del límite del término municipal de Membrio. La fotografía así lo demuestra, la hice pisando la raya de ambos términos. Se ve desde Brozas, cuando se va al pueblo, antes de llegar a Salorino, al venir de Valencia de Alcántara, desde Zamores……. y de otros muchos puntos; lejos de su alrededor. Decían que a sus antiguos propietarios les servia de orientación para llegar al cortijo de los Hornos. Que eran del mismo dueño que Los Rehoyos.
Su nombre le viene por ser muy grande, es difícil encontrar otra que le haga la competencia. Es centenaria, siempre he oído decir: “Lleva ahí toda la vida”.
En mis andadas por el pueblo, recién terminada la edad escolar, coincidí unos años con los labradores de ambas fincas, lo suficiente como para ver lo duro que era el trabajo en el campo. Pero sí que era bonito por sus paisajes. Mas o menos la mitad eran de Salorino y la otra de Membrio. De Membrio eran, mi padre Mauricio mi tio Vicente, Barrante, Evaristo, Barrera y Fermín. Y el guarda de la “HOJA” Joaquín, abuelo de “AMIGOS DEL PATRIMONIO”. Los Rehoyos estaban muy poblados de jaras, retamas, tomillos y matas. Cada labrador limpiaba su parte para poder arar la tierra y sembrarla. En los diferentes trabajos, desde la limpieza hasta llegar a “LA SACA”, los labradores, que efectuaban su labor próximos a la encina, dejaban en la misma el “JATO” acercándose a ella para comer, echar una siesta, para dormir un poco por las noches, durante la siega, ya que había que madrugar para aprovechar con la fresca, y para descansar un rato echando una parlada con humor, fumando un cigarro… Esta encina, desde su altura muchas veces vio desde el arroyo GETRERO hasta el río SALOR a los labradores en situaciones extremas por el tiempo, pasando frío cuando lo hacía, mojarse cuando llovía y sudar la gota cuando hacía calor (esto siempre me ha dolido mucho) y con falta de medios para mejorar las condiciones de vida mientras otros vivían muy bien.
Cuando los labradores pasaban por el camino que está junto a la linde, llegando a la encina había como una atención para ella.
Joaquín era muy sociable, nunca se cansaba de andar y siempre con su perrito listo, en la encina aparecía como en cualquier otro lugar de los Rehoyos o de los Hornos y donde más en la era de los Hornos por estar este lugar próximo a su vivienda, por las mañanas con los labradores tomaba café junto a la HORNILLA pasando un rato como en la encina GRANDE.
El que le puso este nombre de los HORNOS no pudo estar más acertado. ¡Cómo calentaba el sol en la siega! y el cuidado que había que tener con los ALACRANES que estaban debajo de las piedras con ganas de picar como perros rabiosos. Todo se extremaba en una zona próxima al río Salor, llamada LA PALOMA.
Van pasando los años y estos empezaron a pasarle factura considerable a la encina. Tiene bastantes menos ramas que antes y su copa clarea mucho. Espero que viva por lo menos otro siglo por su generosidad, y por ser testigo de muchas situaciones vividas a su alrededor, por la buena gente, los LABRADORES que tanto la apreciaban.
Esta encina es de Salorino, pero como veo que nadie le presta la atención que se merece lo hago yo para su reconocimiento por tres razones: Está en un lugar muy visible, es grande y bonita y por su relación con los labradores de Membrio.
Está en los Rehoyos y a pocos metros del límite del término municipal de Membrio. La fotografía así lo demuestra, la hice pisando la raya de ambos términos. Se ve desde Brozas, cuando se va al pueblo, antes de llegar a Salorino, al venir de Valencia de Alcántara, desde Zamores……. y de otros muchos puntos; lejos de su alrededor. Decían que a sus antiguos propietarios les servia de orientación para llegar al cortijo de los Hornos. Que eran del mismo dueño que Los Rehoyos.
Su nombre le viene por ser muy grande, es difícil encontrar otra que le haga la competencia. Es centenaria, siempre he oído decir: “Lleva ahí toda la vida”.
En mis andadas por el pueblo, recién terminada la edad escolar, coincidí unos años con los labradores de ambas fincas, lo suficiente como para ver lo duro que era el trabajo en el campo. Pero sí que era bonito por sus paisajes. Mas o menos la mitad eran de Salorino y la otra de Membrio. De Membrio eran, mi padre Mauricio mi tio Vicente, Barrante, Evaristo, Barrera y Fermín. Y el guarda de la “HOJA” Joaquín, abuelo de “AMIGOS DEL PATRIMONIO”. Los Rehoyos estaban muy poblados de jaras, retamas, tomillos y matas. Cada labrador limpiaba su parte para poder arar la tierra y sembrarla. En los diferentes trabajos, desde la limpieza hasta llegar a “LA SACA”, los labradores, que efectuaban su labor próximos a la encina, dejaban en la misma el “JATO” acercándose a ella para comer, echar una siesta, para dormir un poco por las noches, durante la siega, ya que había que madrugar para aprovechar con la fresca, y para descansar un rato echando una parlada con humor, fumando un cigarro… Esta encina, desde su altura muchas veces vio desde el arroyo GETRERO hasta el río SALOR a los labradores en situaciones extremas por el tiempo, pasando frío cuando lo hacía, mojarse cuando llovía y sudar la gota cuando hacía calor (esto siempre me ha dolido mucho) y con falta de medios para mejorar las condiciones de vida mientras otros vivían muy bien.
Cuando los labradores pasaban por el camino que está junto a la linde, llegando a la encina había como una atención para ella.
Joaquín era muy sociable, nunca se cansaba de andar y siempre con su perrito listo, en la encina aparecía como en cualquier otro lugar de los Rehoyos o de los Hornos y donde más en la era de los Hornos por estar este lugar próximo a su vivienda, por las mañanas con los labradores tomaba café junto a la HORNILLA pasando un rato como en la encina GRANDE.
El que le puso este nombre de los HORNOS no pudo estar más acertado. ¡Cómo calentaba el sol en la siega! y el cuidado que había que tener con los ALACRANES que estaban debajo de las piedras con ganas de picar como perros rabiosos. Todo se extremaba en una zona próxima al río Salor, llamada LA PALOMA.
Van pasando los años y estos empezaron a pasarle factura considerable a la encina. Tiene bastantes menos ramas que antes y su copa clarea mucho. Espero que viva por lo menos otro siglo por su generosidad, y por ser testigo de muchas situaciones vividas a su alrededor, por la buena gente, los LABRADORES que tanto la apreciaban.
LA ENCINA GRANDE.
Encina que en la colina contemplas el pasado,
en verano no se acercan a tu sombra,
en invierno de la lluvia a nadie proteges,
bajo tus ramas no hay lumbre,
ni olor a puchero,
no hay jato sobre tu tronco,
ni alforjas colgadas de tus ramas.
Encina envuelta en el silencio,
antes, el ruido de la vertedera en la labranza,
el polvo del abono para calentar la tierra,
la caída del grano en sementera,
el ruido de la hoz en la siega,
el chirriar de los carros en la saca,
el roznar de los burros atados en la estaca.
No hay tertulias bajo tu manto,
ya no oyes a los labradores,
no ves al guarda con palomas,
ni a belloteras llenando el saco,
nadie pasa a tu vera,
para rendir “Honores a su Majestad”,
LA ENCINA GRANDE.
VIRGO.
Encina que en la colina contemplas el pasado,
en verano no se acercan a tu sombra,
en invierno de la lluvia a nadie proteges,
bajo tus ramas no hay lumbre,
ni olor a puchero,
no hay jato sobre tu tronco,
ni alforjas colgadas de tus ramas.
Encina envuelta en el silencio,
antes, el ruido de la vertedera en la labranza,
el polvo del abono para calentar la tierra,
la caída del grano en sementera,
el ruido de la hoz en la siega,
el chirriar de los carros en la saca,
el roznar de los burros atados en la estaca.
No hay tertulias bajo tu manto,
ya no oyes a los labradores,
no ves al guarda con palomas,
ni a belloteras llenando el saco,
nadie pasa a tu vera,
para rendir “Honores a su Majestad”,
LA ENCINA GRANDE.
VIRGO.
¿Qué tiene "VIRGO" esa "ENCINA GRANDE"... que no tiene las demás? Te pasa como a tu tio Vicente. La otra tarde estuvimos en su casa con nuestro hijo mayor y le empezó a contar cosas de "Los Hornos: "cuando tu abuelo... ¡que tu abuelo... tu bisabuelo!, ponia los lazos.. una mañana encontró un caraván... que no se ven por el día..... y terminó con esos acertados 10 mandamientos de la democracia... de cosecha propia por supuesto. Y lo mejor de todo: esque hablando de estas cosas, se le quitaron los dolores de momento. Pero él, tuvo un recuerdo para el perro "Paco", que se lo compró por una cuartilla de trigo al tio Francisco Anduro. Una prueba más... que somos recuerdos, que sin ellos no seríamos nada... y estaríamos lleno de dolores (Risas). SALUDOS.