CONTINUA LA NOTICIA.
Al momento anunció en su muro de Facebook que ofrecía plátanos para quien lo necesitara y que quienes quisieran ir a buscarlos se dirigieran a la Dársena Pesquera. Puso incluso su móvil por si alguien quería contactar con él, sin más pretensión que la de que aparecieran algunos interesados.
Pero no fue así. "El móvil se colapsó. No paraba de recibir llamadas de particulares y asociaciones. Fui a hacer una gestión de trabajo y al final no trabajé, no comí, me pegué todo el día en la Dársena Pesquera y a eso de las once de la noche, cuando volvía a mi casa de Adeje, todavía seguía recibiendo llamadas", recuerda Hernández, que rechaza ceder fotografías suyas o posar para la noticia porque no quiere "ningún protagonismo".
Al momento empezaron a aparecer particulares, representantes de ONG, enviados de centros de caridad religiosos y hasta trabajadores de un ayuntamiento de la Isla, casi al mismo ritmo con que se expandía su anuncio por las redes sociales y los teléfonos móviles. "Fueron cientos las personas que pasaron por allí. No me lo esperaba para nada. Hubo un momento en que perdí la cuenta. Algunos aparecieron con furgones para repartirlos en sus barrios, no solo entre su familia", precisa.
A eso de las nueve de la noche no quedaba ni un plátano en los tres contenedores. "No voy a entrar en por qué se tira la fruta de esa manera. Me encontré con los contenedores, se me ocurrió repartir la fruta y ya está. Es un simple grano de arena", detalló ayer Hernández tras recibir una llamada de una ONG de Telde, Gran Canaria.
SALUDOS.
Al momento anunció en su muro de Facebook que ofrecía plátanos para quien lo necesitara y que quienes quisieran ir a buscarlos se dirigieran a la Dársena Pesquera. Puso incluso su móvil por si alguien quería contactar con él, sin más pretensión que la de que aparecieran algunos interesados.
Pero no fue así. "El móvil se colapsó. No paraba de recibir llamadas de particulares y asociaciones. Fui a hacer una gestión de trabajo y al final no trabajé, no comí, me pegué todo el día en la Dársena Pesquera y a eso de las once de la noche, cuando volvía a mi casa de Adeje, todavía seguía recibiendo llamadas", recuerda Hernández, que rechaza ceder fotografías suyas o posar para la noticia porque no quiere "ningún protagonismo".
Al momento empezaron a aparecer particulares, representantes de ONG, enviados de centros de caridad religiosos y hasta trabajadores de un ayuntamiento de la Isla, casi al mismo ritmo con que se expandía su anuncio por las redes sociales y los teléfonos móviles. "Fueron cientos las personas que pasaron por allí. No me lo esperaba para nada. Hubo un momento en que perdí la cuenta. Algunos aparecieron con furgones para repartirlos en sus barrios, no solo entre su familia", precisa.
A eso de las nueve de la noche no quedaba ni un plátano en los tres contenedores. "No voy a entrar en por qué se tira la fruta de esa manera. Me encontré con los contenedores, se me ocurrió repartir la fruta y ya está. Es un simple grano de arena", detalló ayer Hernández tras recibir una llamada de una ONG de Telde, Gran Canaria.
SALUDOS.