MEMBRIO: VALDIO... vaya historia que nos has contao de los sapos,...

La cocina de la muerte: al rico sapo venenoso

Siempre ha habido muchas brujas en Extremadura, incluso de las asesinas, “de las que inyectaban cualquier cosa a una naranja y te la daban a comer. Y el que se la comía, cascaba”. Así de clarito se lo contaba un vecino de La Codosera al antropólogo Luis M. Uriarte, hace unos pocos años.
Hablábamos hace poco del éxito de las manzanas envenenadas por estos lares, pero no eran los únicos alimentos peligrosos. Las brujas se cuidaban muy mucho de buscar ingredientes letales en la naturaleza, a falta de farmacias en los pueblos.

En la misma Codosera, a mediados del siglo XX todavía se podían encontrar uno. Mientras paseaba, varios sapos colgados en las parras, atados por una pata con una cuerda, y debajo, un plato estratégicamente colocado recogiendo la baba de los sapos. Y es que en la Codosera había una bruja. Se llamaba la Tía Lechona. Las madres enseñaban a los chiquillos que, al pasar por su puerta, tenían que hacer la higa con los dedos, para protegerse.

Y todavía hay paisanos que recuerdan haber visto, pasando el arroyo Abrilongo, entre unas cañas, un zapallón (sapo enorme donde los haya) con el pellejo de medio cuerpo arrancado. Al parecer, aquella piel la cogían las brujas, la metían en una cajita y la introducían en el horno, “y aquello se secaba y lo remolían y era como harina”. Luego lo mezclaban con una almendra, o un caramelo, o te echaban un poquito en un vaso de agua… y cascabas.

Un buen sapo servía para casi todo (Jimber)
Noticia del Diario Hoy

Saludos

VALDIO... vaya historia que nos has contao de los sapos, ¡por DIÓSS! Si lo sé, cojo aquel escuerzo que me encontré hace poco casi en mi puerta jeje