Ofertas de luz y gas

MEMBRIO: Monografias del pan Cap 2....

Monografias del pan Cap 2.

Sellos de pan en Extremadura

Matilde Muro Castillo.

BREVE RESEÑA HISTORICA DEL PAN

En el Museo del Pan de Ulm (Alemania), está reflejada la más antigua representación que se conoce de la fabricación del pan. Se trata de un fresco egipcio, perteneciente al enterramiento de Ramsés III de la 20 dinastía (1175 años a. C.) en el que se representa cómo la masa se trabaja con los pies en grandes artesas y con varas en las manos, cómo luego, sobre la mesa, se dan formas distintas: triangulares, de animales, rectangulares, redondas y con agujeros en el medio. También se observa una gran sartén, llena de aceite donde se fríe la masa en forma de caracol, como nuestros churros, y cómo uno de los panaderos lleva cargado el pan, mientras otro lo mete en el horno, en este caso de forma cónica. Aparecen también en la representación almacenes de aceite, agua, harina, así como la extracción del pan terminado y su posterior reparto.
Esta primera representación es el producto de la evolución del hombre de nómada a sedentario y agricultor.
Se cree que el pan aparece por casualidad, al caer un trozo de masa sobre las cenizas y ver que lo obtenido con el calor, se puede conservar durante más tiempo que las tortas que diariamente se cocían. ¿Cuándo se puede fechar la casualidad? Es difícil. Se han encontrado panes de Siria que datan de 3300 años a. C. y en el Tigris hornos con una antigüedad de 5000 años a. C. Lo que sí es cierto, es que su producción se va a extender rápidamente por todo el orbe y comenzará a ser elemento fundamental en la alimentación de todos los pueblos.
En Egipto ya hemos visto que hay panaderías y se puede decir casi con seguridad que existían entre el 3000 y el 2700 a. C. Los ladrillos con los que se construían los hornos eran del lodo del Nilo y en ellos hacían panes de distintas formas y clases, pesando el del consumo diario unos 500 gramos.
En Creta, ya en el 2500 a. C., hay también representaciones del quehacer panadero y Grecia, que imita su cultura, va a adoptar también esta costumbre, aunque la forma de trabajar el pan en Grecia va a ser más familiar que colectiva. En Grecia hicieron Pan Santo, que era quemado para ofrenda de los dioses y para evitar que la ofrenda fuera robada por los hombres, siendo el pan incluso ofrenda funeraria. El medico griego Hipócrates deja una receta de pan: “Cuando el enfermo no tiene fiebre puede comer tostada, pan de trigo o bizcocho”.
Ya en Roma, bajo el mandato de Augusto (27 a. C. a 14 d. C.), se funda el gremio de panaderos (Colleqium siligiriorum) y bajo Trajano consigue esta asociación mayores privilegios: no deben sobrepasar el centenar.
Con millón y medio de habitantes la ciudad de Roma en el siglo IV, tenía 254 panaderías que eran estatales y no sólo vendían pan, sino que lo repartían gratuitamente entre la plebe.
En Mérida, con anterioridad al siglo IV, a principios de la era cristiana, hay claras referencias del pan, que Entrena Klett recrea en su obra “La vida diaria en la Mérida de hace 2000 años”, y dice:

“Su desayuno consistía en pan, queso fresco, huevos y leche. El pan era lo único comprado. Seguía Marco Coronio, aunque era rico, la norma romana de comprar lo menos posible y vender lo más que pudiera. En la ciudad adquiría el mejor pan, pues lo había negro, secundario (que era blanco, pero de baja calidad) y de lujo. También se cocía pan para perros.
Cuando iba a sus fincas comía el pan de sus hornos, pero hecho con más cuidado que el preparado para la servidumbre”.
Indudablemente van a ser los romanos los que impulsen la confección consumo del pan y en el transcurso de la Historia los panaderos se van a agrupar gremialmente y a disfrutar de prebendas, ordenanzas y estricta vigilancia en su actividad. El ejemplo extremeño más importante, por su antigüedad y conservación ejemplar, lo son las Ordenanzas Municipales del Ayuntamiento de Trujillo, fechadas el 14 de Agosto de 1636, en las que se establecen las penas a los panaderos y panaderas de la ciudad que infrinjan las normas establecidas, así como las prebendas y beneficios que obtenían en la ciudad, como por ejemplo el tener un portal de la Plaza Mayor, dedicado a la venta del pan. Dada la antigüedad aludida y el rigor y justicia en la redacción merece la pena su transcripción:

“Primamente que las panaderas de esta dicha ciudad que ahora son o serán de aquí, en adelante que no masen ni usen de panadería sin primamente se escribir por panaderas y que sea tenida de se escribir ante uno de los escribanos de este concejo, para que sea sabido quien es panadera y cualquiera que amase el pan por panadera sin primamente se escribir, que pierda el pan que así amasase y que sea de los fieles y que peche mas en pena a los dichos fieles diez maravedíes, y la panadera que así se escribiera, que no se pueda tirar de panadera dende hasta un año so pena de cincuenta maravedíes. y que sean tenidas de vender el pan a los precios que los fieles se los pusieren, so pena de diez maravedíes a cada uno por cada vegada, y si el pan lo hallaren pequeño de la pesa que les fuere dada que pierdan el pan, y que sea que los fieles sean tenidos de pesar el pan a las¬ dichas panaderas por las onzas que por ellos les fuere puestos, y el pan que así pesaren que lo señalen y así señalado que no lo pesen otra vez, aunque después de pesado mengue en aquellas onzas y que no cayen en pena alguna por ello las dichas panaderas y que no pierdan el pan y que los dichos fieles que pueden alzar y bajar el precio del pan cocido según la valía del pan en grano y darles ganancia razonable según las onzas que pusieren.
ortrosí, que los fieles que lleven de cada panadera que así se escribiere por panadera de cada año su derecho, que son diez y seis maravedíes y cuatro cornados por cada uno.
Otrosí, que las panaderas que no vendan el pan en hornos, ni en casas ni en las calles, hasta que primamente sea pesado en la plaza y la que lo contrario hiciere, que pague pena de cuatro maravedíes a los fieles por cada vegada”.

Consecuentemente, la Historia del pan no es un hecho aislado o que se pueda desligar de la propia Historia de los pueblos.
Como Emma Pressmar, directora del museo del Pan de Ulm afirma: “la historia del horno de cocer empezó en Tschatel Huyul y sigue hasta hoy. Es una historia de 8800 años”.