Monografia del pan cap 3º.
Matilde Muro Castillo.
LOS SELLOS DE PAN
Cuando el pan se generaliza en fabricación y consumo, la ductilidad del elemento con el que se confecciona es el hilo conductor de la aparición de formas tan distintas como panaderos había.
El horno en el que se cuece puede ser tan elemental como una tapa de barro sobre una piedra caliente y una vez dominada la técnica, van a adquirir importancia la forma y los usos diversos.
Hemos visto cómo en Grecia le dan incluso usos funerarios, pero tradicionalmente el pan va a ser además de alimentó, motivo de ofrenda y celebración.
En Extremadura concretamente, cabe extrapolar la evolución del pan a la habida en los antiguos reinos de León y Castilla, porque la trashumancia va a tener una gran importancia en el entrelazado de costumbres y tradiciones populares de las regiones que viven este trasiego de animales y hombres anualmente. Extremadura, región por otra parte, eminentemente ganadera y por ende pastoril, es dueña de una gran cultura popular que tiene una especial expresión en su cancionero, en el que se recogen tantas alusiones al pan, como usos se le da y me inclino a pensar aún a riesgo de caer en el chauvinismo, que va a ser Extremadura la que “exporte” la mayor parte de las manifestaciones populares que luego van a permanecer en las provincias de Zamora, Salamanca, León y Palencia y que van a aparecer repetidas con las lógicas diferenciaciones que marcan los distintos caracteres de las gentes, siempre más austeros en Extremadura, sobre todo en la Extremadura Alta, que en el resto de las regiones del intercambio.
En los romances se recoge el uso del pan en celebraciones:
“Estas eran tréh comadres
n un barrio todati tré
La Juana, la Iné,
Mariquita la de Legané.
Tratan de una comilona
La noche de San André.
La Juana, la Iné,
Mariquita la de Legané.
La una puso el pan
de ocho panes a dié.
la otra puso el vino
de ocho cuartiyos a dié
Y a poco de estar comiendo,
s’emborracharon lah tré
Cuando estaban borracha
entró el marido de Ine:
Mario mío, ¿Te has fijado
este mundo and’al revé.
Cog’el marido una vara
y de paloh dio a lah tré.
Para que siempre se acuerden
de la noche de San André”.
La alusión del pan en villancicos:
“La Virgen era panadera
¡Quien comiera de su pan!
amasado con la leche
de su pecho virginal”.
En Villanueva de la Serena, aparece el pan en las costumbres de los agricultores:
“La vida del hortolano
eh mu larga de contá
almuerzan pan y ceboya
meriendan ceboya y pan.
Y si la noche no hay oya
cenarán pan y ceboya”.
En la interrelación que antes indicábamos de las regiones del Norte y Castilla con Extremadura, nos quedan versiones comunes de romances, como el del Corregidor y la Molinera, o el de León que se canta en Ceclavín y dice:
“Molín que mueles el trigo,
agua que lo haces moler,
no digas al molinero,
que duermo con su mujer”.
Son estos romances en los que aparecen los oficios de los molineros como elementales para la aparición del pan y como la consecuencia de la merma que se producía en los sacos de harina en la venta por los molineros, que incluso queda reflejada en muchas ocasiones por la tradición popular. En Madroñera se canta por ejemplo:
“Ricos zarcillo lleva la molinera
ricos zarcillos,
con la harina que roba de los cuartillos.
Ricas pulseras lleva la molinera;
ricas pulseras.
Con la harina que roba de las fanegas”.
Va a ser, pues, esta desconfianza la que origine el que cada pan lleve una muestra identificativa.
En casi todas las casas se amasaba, pero había que cocer en el horno comunal, porque no era rentable el encender el horno a diario y además, muchas casas, chozos en ocasiones, no lo tenían. Como ya desde el peso de la harina no se fiaba nadie, tampoco había seguridad de que las formas que se llevaban a cocer fueran las que se devolvían cocidas y surgen problemas en la identificación de cada pan. Se comienza, colocando algo sobre la bandeja: una moneda, una tapa de puchero, un tenedor o una cáscara de huevo, pero era fácil que se volcaran las bandejas y se perdiera la identificación. Es así como se empiezan a hacer signos sobre los panes, cada familia va a tener el suyo diferenciador y así es como surgen los sellos de pan.
Los pastores van a ser indudablemente los artistas que van a producir estos elementos de ornamentación obligada en los panes, porque son los que con mayor habilidad tratan y tallan la madera, el corcho, el cuerno o el hueso. En la mayoría de las ocasiones los pastores se hacen su propio sello, pero si el hombre de la casa no ejerce esta profesión, habrá de encargarlo a un pastor, porque el sello de pan será objeto de la dote del novio, lo que el novio habrá de aportar a la boda junto con nueve elementos más ropa de trabajo, ropa de domingo, una sartén, un plato, un puchero, un tenedor, un cuchillo, manta y cama de matrimonio.
Matilde Muro Castillo.
LOS SELLOS DE PAN
Cuando el pan se generaliza en fabricación y consumo, la ductilidad del elemento con el que se confecciona es el hilo conductor de la aparición de formas tan distintas como panaderos había.
El horno en el que se cuece puede ser tan elemental como una tapa de barro sobre una piedra caliente y una vez dominada la técnica, van a adquirir importancia la forma y los usos diversos.
Hemos visto cómo en Grecia le dan incluso usos funerarios, pero tradicionalmente el pan va a ser además de alimentó, motivo de ofrenda y celebración.
En Extremadura concretamente, cabe extrapolar la evolución del pan a la habida en los antiguos reinos de León y Castilla, porque la trashumancia va a tener una gran importancia en el entrelazado de costumbres y tradiciones populares de las regiones que viven este trasiego de animales y hombres anualmente. Extremadura, región por otra parte, eminentemente ganadera y por ende pastoril, es dueña de una gran cultura popular que tiene una especial expresión en su cancionero, en el que se recogen tantas alusiones al pan, como usos se le da y me inclino a pensar aún a riesgo de caer en el chauvinismo, que va a ser Extremadura la que “exporte” la mayor parte de las manifestaciones populares que luego van a permanecer en las provincias de Zamora, Salamanca, León y Palencia y que van a aparecer repetidas con las lógicas diferenciaciones que marcan los distintos caracteres de las gentes, siempre más austeros en Extremadura, sobre todo en la Extremadura Alta, que en el resto de las regiones del intercambio.
En los romances se recoge el uso del pan en celebraciones:
“Estas eran tréh comadres
n un barrio todati tré
La Juana, la Iné,
Mariquita la de Legané.
Tratan de una comilona
La noche de San André.
La Juana, la Iné,
Mariquita la de Legané.
La una puso el pan
de ocho panes a dié.
la otra puso el vino
de ocho cuartiyos a dié
Y a poco de estar comiendo,
s’emborracharon lah tré
Cuando estaban borracha
entró el marido de Ine:
Mario mío, ¿Te has fijado
este mundo and’al revé.
Cog’el marido una vara
y de paloh dio a lah tré.
Para que siempre se acuerden
de la noche de San André”.
La alusión del pan en villancicos:
“La Virgen era panadera
¡Quien comiera de su pan!
amasado con la leche
de su pecho virginal”.
En Villanueva de la Serena, aparece el pan en las costumbres de los agricultores:
“La vida del hortolano
eh mu larga de contá
almuerzan pan y ceboya
meriendan ceboya y pan.
Y si la noche no hay oya
cenarán pan y ceboya”.
En la interrelación que antes indicábamos de las regiones del Norte y Castilla con Extremadura, nos quedan versiones comunes de romances, como el del Corregidor y la Molinera, o el de León que se canta en Ceclavín y dice:
“Molín que mueles el trigo,
agua que lo haces moler,
no digas al molinero,
que duermo con su mujer”.
Son estos romances en los que aparecen los oficios de los molineros como elementales para la aparición del pan y como la consecuencia de la merma que se producía en los sacos de harina en la venta por los molineros, que incluso queda reflejada en muchas ocasiones por la tradición popular. En Madroñera se canta por ejemplo:
“Ricos zarcillo lleva la molinera
ricos zarcillos,
con la harina que roba de los cuartillos.
Ricas pulseras lleva la molinera;
ricas pulseras.
Con la harina que roba de las fanegas”.
Va a ser, pues, esta desconfianza la que origine el que cada pan lleve una muestra identificativa.
En casi todas las casas se amasaba, pero había que cocer en el horno comunal, porque no era rentable el encender el horno a diario y además, muchas casas, chozos en ocasiones, no lo tenían. Como ya desde el peso de la harina no se fiaba nadie, tampoco había seguridad de que las formas que se llevaban a cocer fueran las que se devolvían cocidas y surgen problemas en la identificación de cada pan. Se comienza, colocando algo sobre la bandeja: una moneda, una tapa de puchero, un tenedor o una cáscara de huevo, pero era fácil que se volcaran las bandejas y se perdiera la identificación. Es así como se empiezan a hacer signos sobre los panes, cada familia va a tener el suyo diferenciador y así es como surgen los sellos de pan.
Los pastores van a ser indudablemente los artistas que van a producir estos elementos de ornamentación obligada en los panes, porque son los que con mayor habilidad tratan y tallan la madera, el corcho, el cuerno o el hueso. En la mayoría de las ocasiones los pastores se hacen su propio sello, pero si el hombre de la casa no ejerce esta profesión, habrá de encargarlo a un pastor, porque el sello de pan será objeto de la dote del novio, lo que el novio habrá de aportar a la boda junto con nueve elementos más ropa de trabajo, ropa de domingo, una sartén, un plato, un puchero, un tenedor, un cuchillo, manta y cama de matrimonio.