EL TIEMPO.
El tiempo es el amigo
que nos enseña todo.
A veces sus lecciones
nos unan de dolor.
Nos hiere con espinas,
nos mata la esperanza,
sus dardos endurecen
a un viejo corazón.
Al despuntar el alba,
entre tules y gasas,
nos embriaga el perfume
que depara el amor.
Se comienza la lucha
con ímpetu infinito
y el horizonte todo
es claro resplandor.
Más tarde, con los años
la realidad enseña
que todo no es posible,
que hay que saber perder.
Se llenan los cielos
de negros nubarrones
y la desesperanza
comienza a florecer.
Con el paso de los años
se alelan los amigos,
los mismos que llenaron
nuestra mesa una vez.
Van desfilando todos,
sin que existan razones,
y aunque a gritos se llamen
se niegan a volver.
Es la ley de la vida,
final inexorable
al que llegamos todos
sin ninguna excepción.
No hay por qué preocuparnos
ni mostrar extrañezas,
es la naturaleza
que nos quiere vencer.
GETULIO VARGAS.
El tiempo es el amigo
que nos enseña todo.
A veces sus lecciones
nos unan de dolor.
Nos hiere con espinas,
nos mata la esperanza,
sus dardos endurecen
a un viejo corazón.
Al despuntar el alba,
entre tules y gasas,
nos embriaga el perfume
que depara el amor.
Se comienza la lucha
con ímpetu infinito
y el horizonte todo
es claro resplandor.
Más tarde, con los años
la realidad enseña
que todo no es posible,
que hay que saber perder.
Se llenan los cielos
de negros nubarrones
y la desesperanza
comienza a florecer.
Con el paso de los años
se alelan los amigos,
los mismos que llenaron
nuestra mesa una vez.
Van desfilando todos,
sin que existan razones,
y aunque a gritos se llamen
se niegan a volver.
Es la ley de la vida,
final inexorable
al que llegamos todos
sin ninguna excepción.
No hay por qué preocuparnos
ni mostrar extrañezas,
es la naturaleza
que nos quiere vencer.
GETULIO VARGAS.