AL FIN LLOVIÓ EN MIS CAMINOS.
Al fin llovió en mis caminos
y fueron pan las raíces,
hubo mil cestos de trinos
de pajarillos felices,
hubo rumor de hojarascas
y corretear de perdices,
mientras daba el horizonte
esplendor a sus matices.
Al fin llovió en mis caminos
y la huella fresquecita,
cantó con los manantiales
un verso de agua clarita,
y así la tierra mojada
con su fragancia bendita,
dibujó por la llanura
todas las cosas bonitas.
Al fin llovió en mis caminos
y la tierra se hizo buena,
despertaron las cosechas
de mis continuas faenas,
hubo palpitar de espigas
arrulladas por la siembra,
y surco y arado hablaron
de que la vida era bella,
cuando se sabe esperar
como yo esperé por ella.
Al fin llovió en mis caminos
y humedeció las arenas,
estaba la tierra encinta
más amorosa y más buena,
oí llorar la cosecha
dada a la luz como una nena
y de mis ojos cayeron
lágrimas de dolor y pena.
Al fin llovió en mis caminos
mientras llovía en mi alma,
y me floreció por dentro
una cosecha de calma,
y fue mi espiga de amor
mi dolor se hizo una palma,
y me brotaron los hijos
por cada punta del alma.
Al fin llovió en mis caminos
y fue más lindo mi llano,
me fueron brotando lirios
en los surcos de las manos,
yo me sentía jardín
y seguía siendo humano,
y en cada punta del alma
me fueron brotando manos.
Al fin llovió en mis caminos
y hubo flores en el prado,
arado, surco y cosecha
fueron un himno sagrado,
yo adiviné la presencia
del autor de lo creado,
y en cada punta de mi alma
estaba el Padre sentado.
VICTOR MANUEL.
Al fin llovió en mis caminos
y fueron pan las raíces,
hubo mil cestos de trinos
de pajarillos felices,
hubo rumor de hojarascas
y corretear de perdices,
mientras daba el horizonte
esplendor a sus matices.
Al fin llovió en mis caminos
y la huella fresquecita,
cantó con los manantiales
un verso de agua clarita,
y así la tierra mojada
con su fragancia bendita,
dibujó por la llanura
todas las cosas bonitas.
Al fin llovió en mis caminos
y la tierra se hizo buena,
despertaron las cosechas
de mis continuas faenas,
hubo palpitar de espigas
arrulladas por la siembra,
y surco y arado hablaron
de que la vida era bella,
cuando se sabe esperar
como yo esperé por ella.
Al fin llovió en mis caminos
y humedeció las arenas,
estaba la tierra encinta
más amorosa y más buena,
oí llorar la cosecha
dada a la luz como una nena
y de mis ojos cayeron
lágrimas de dolor y pena.
Al fin llovió en mis caminos
mientras llovía en mi alma,
y me floreció por dentro
una cosecha de calma,
y fue mi espiga de amor
mi dolor se hizo una palma,
y me brotaron los hijos
por cada punta del alma.
Al fin llovió en mis caminos
y fue más lindo mi llano,
me fueron brotando lirios
en los surcos de las manos,
yo me sentía jardín
y seguía siendo humano,
y en cada punta del alma
me fueron brotando manos.
Al fin llovió en mis caminos
y hubo flores en el prado,
arado, surco y cosecha
fueron un himno sagrado,
yo adiviné la presencia
del autor de lo creado,
y en cada punta de mi alma
estaba el Padre sentado.
VICTOR MANUEL.