Teresa de Cepeda nace en Avila, el 28 de marzo de 1515. En el admirable Libro de la Vida, escrito por ella misma, nos refiere cómo fueron sus primeros años en el seno de su hidalga familia. Sabemos, además, por testimonio de quienes la trataron, que Teresa de Cepeda era una joven agradable, bella, destinada a triunfar en los estrados del mundo, y, como ella confiesa, amiga de engalanarse y leer libros de caballería; y aún más, son sus palabras, "enemiguísima de ser monja" (Vida, II, 8). Pero el Señor, que la había creado para lumbrera de la cristiandad, no podía consentir que se adocenara con el roce de lo vulgar espíritu tan selecto, y así, la ayudó a forjarse a sí misma. Venciendo su natural repugnancia, Teresa se determinó, al fin, a tomar el hábito de carmelita en la Encarnación de Avila. "Cuando salí de casa de mi padre para ir al convento—nos dice ella—no creo será más el sentimiento cuando me muera" (Vida, IV, 1).