Unamuno y Valverde de Lucerna.
La medieval y bella leyenda tejida en torno al lago de Sanabria, fue elevada a la categoría de literaria en la novela que Miguel de Unamuno tituló "San Manuel Bueno, mártir" (1930), y en la que el catedrático de la Universidad de Salamanca escribió convirtiendo el nombre del ya de por sí legendario pueblo en Valverde de Lucerna:
Tan real es el escenario descrito por Unamuno que le consagra dos poesías:
Ay, Valverde de Lucerna,
hez del lago de Sanabria,
no hay leyenda que dé cabria
de sacarte a luz moderna.
Se queja en vano tu bronce
en la noche de San Juan,
tus hornos dieron su pan,
la historia se está en su gonce.
Servir de pasto a las truchas
es, aun muerto, amargo trago;
se muere Riba del Lago,
orilla de nuestras luchas.
San Martín de Castañeda,
espejo de soledades,
el lago recoge edades
de antes del hombre y se queda
soñando en la santa calma
del cielo de las alturas
en que se sume en honduras
de anegarse, ¡pobre!, el alma...
Men Rodríguez, aguilucho
de Sanabria, el ala rota
ya el cotarro no alborota
para cobrarse el conducho.
Campanario sumergido
de Valverde de Lucerna,
toque de agonía eterna
bajo el caudal del olvido.
La historia paró, al sendero
de San Bernardo la vida
retorna, y todo se olvida
lo que no fuera primero.
Miguel de Unamuno.
La medieval y bella leyenda tejida en torno al lago de Sanabria, fue elevada a la categoría de literaria en la novela que Miguel de Unamuno tituló "San Manuel Bueno, mártir" (1930), y en la que el catedrático de la Universidad de Salamanca escribió convirtiendo el nombre del ya de por sí legendario pueblo en Valverde de Lucerna:
Tan real es el escenario descrito por Unamuno que le consagra dos poesías:
Ay, Valverde de Lucerna,
hez del lago de Sanabria,
no hay leyenda que dé cabria
de sacarte a luz moderna.
Se queja en vano tu bronce
en la noche de San Juan,
tus hornos dieron su pan,
la historia se está en su gonce.
Servir de pasto a las truchas
es, aun muerto, amargo trago;
se muere Riba del Lago,
orilla de nuestras luchas.
San Martín de Castañeda,
espejo de soledades,
el lago recoge edades
de antes del hombre y se queda
soñando en la santa calma
del cielo de las alturas
en que se sume en honduras
de anegarse, ¡pobre!, el alma...
Men Rodríguez, aguilucho
de Sanabria, el ala rota
ya el cotarro no alborota
para cobrarse el conducho.
Campanario sumergido
de Valverde de Lucerna,
toque de agonía eterna
bajo el caudal del olvido.
La historia paró, al sendero
de San Bernardo la vida
retorna, y todo se olvida
lo que no fuera primero.
Miguel de Unamuno.