MIGUEL GILA-. MONOLOGO II.
Y entonces escribimos una carta a mi papá, que trabajaba de buzo en París, y vino corriendo, dijo "ahora sí que hay que trabajar", porque ya éramos muchos en mi casa.Éramos nueve hermanos, mi papá, mi mamá y un señor de marrón, que no le conocíamos, que estaba siempre en el pasillo y dormía allí la siesta.
Y mi papá se puso muy contento porque hacía ya mucho tiempo que no nos veía.
Y como éramos muy pobres y teníamos poco dinero, pues en lugar de gastárnoslo en champán y en tasis y eso, lo echamos en una tómbola y nos tocó una vaca.
Bueno, nos dieron a elegir: la vaca o dos pastillas de jabón.
Dijo mi mamá:-La vaca, que es más gorda.
Y dijo mi papá:- ¡Tú con tal de no lavarte, lo que sea!
Y llevamos la vaca a casa y la pusimos de nombre Matilde, igual que una tía mía que se había muerto de una tontería.
<<CONTINUARA>>
Y entonces escribimos una carta a mi papá, que trabajaba de buzo en París, y vino corriendo, dijo "ahora sí que hay que trabajar", porque ya éramos muchos en mi casa.Éramos nueve hermanos, mi papá, mi mamá y un señor de marrón, que no le conocíamos, que estaba siempre en el pasillo y dormía allí la siesta.
Y mi papá se puso muy contento porque hacía ya mucho tiempo que no nos veía.
Y como éramos muy pobres y teníamos poco dinero, pues en lugar de gastárnoslo en champán y en tasis y eso, lo echamos en una tómbola y nos tocó una vaca.
Bueno, nos dieron a elegir: la vaca o dos pastillas de jabón.
Dijo mi mamá:-La vaca, que es más gorda.
Y dijo mi papá:- ¡Tú con tal de no lavarte, lo que sea!
Y llevamos la vaca a casa y la pusimos de nombre Matilde, igual que una tía mía que se había muerto de una tontería.
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