Noches de verano en la Calle Nueva... Ya no se volverá a repetir esta foto. Este año las noches de verano me han parecido! tan tristes ¡.
"Qué no daría yo por escuchar de nuevo
Esa niña que llega tarde a casa
Y escuchar la llamada de mi madre
pregonando mi nombre en la ventana
mientras yo deshojaba margaritas
por la Calle Nueva y por la Plaza.
Y volver a los brazos de mi padre
y sentir ese brillo en la mirada
para luego alejarme lentamente
a un tablao a cantar por sevillanas...."
Hoy siento el significado de esa canción de Rocio Jurado en el centro del alma.
Pero la vida sigue, yo lo sé, con las ausencias grabadas a fuego, recordando....
Bueno, simplemente necesité volver a escribir y compartir con ustedes, con cualquiera que esté al otro lado de esta pantalla luminosa, leyendo...
Yo, si Dios quiere, volveré a sentarme al fresco en la Calle Nueva, el año que viene, aunque esté más sola que la una... simplemente para que mi calle, esa que me ha visto corretear de la mano de mi madre cuando era pequeña, o empujando su silla hace bien poco, mi calle, no se sienta sola.
¡Que pasen un buen Domingo ¡
"Qué no daría yo por escuchar de nuevo
Esa niña que llega tarde a casa
Y escuchar la llamada de mi madre
pregonando mi nombre en la ventana
mientras yo deshojaba margaritas
por la Calle Nueva y por la Plaza.
Y volver a los brazos de mi padre
y sentir ese brillo en la mirada
para luego alejarme lentamente
a un tablao a cantar por sevillanas...."
Hoy siento el significado de esa canción de Rocio Jurado en el centro del alma.
Pero la vida sigue, yo lo sé, con las ausencias grabadas a fuego, recordando....
Bueno, simplemente necesité volver a escribir y compartir con ustedes, con cualquiera que esté al otro lado de esta pantalla luminosa, leyendo...
Yo, si Dios quiere, volveré a sentarme al fresco en la Calle Nueva, el año que viene, aunque esté más sola que la una... simplemente para que mi calle, esa que me ha visto corretear de la mano de mi madre cuando era pequeña, o empujando su silla hace bien poco, mi calle, no se sienta sola.
¡Que pasen un buen Domingo ¡
QUE NO DARÍA YO
Qué no daría yo, por volver con aquél agua a mojarme…
E ir y venir, de abuela en abuela, de tarde en tarde.
Y, entre las efímeras sombras que proyectaban las tejas,
hacia el quicio de la puerta paulatinamente acercarme
con la sosegada incertidumbre de que me abriesen
con la caja de cartón de los truenos capitanes.
Qué no daría yo por escuchar el nítido compás del martillo
sobre el armiño de los inveterados gorrones golpeándose,
Y hurtar el agua de los barriles junto a la brisa
simulando no mirar y que, con miel, me mirasen
aquellos ojos esperanzas de cabellos azabaches.
¡Y escuchar el acordeón cuando comenzaba el baile!
Que no daría yo por correr las cuatro esquinas, cuan poseso,
cuadrando el círculo con mi traje de luces, impecable.
Y, entre las luces y sombras de mi efímero petate, que no daría
por oír la voz de terciopelo con que me susurraba mi madre:
¡Hijo, sé bueno, que si no en los churros mañana sales!
“Bolindres”, peonas, cuescos, botijos, chapas, bailes…
libros que se retorcían con sus tinteros al socaire;
Carros, carretas, “jaces” “jacinas”, sopas de tomates
Niños que jugaban, que ululaban hacia el aire
entre parlamentos sin parlamento de sus dulces madres.
¡Que no daría si hubiese sido apócrifo aquel personaje!
Y, porque hoy no se cerraran gateras y postigos
abriéndose mil ventanas a un mundo de casi nadie…
Que no daría porque, como antaño, llorase el otoño
alfombrando la ribera de lágrimas mimetizables.
Que no daría por desviar el silente trueno
que partió en dos el cielo en mitad de aquella calle.
PC
Qué no daría yo, por volver con aquél agua a mojarme…
E ir y venir, de abuela en abuela, de tarde en tarde.
Y, entre las efímeras sombras que proyectaban las tejas,
hacia el quicio de la puerta paulatinamente acercarme
con la sosegada incertidumbre de que me abriesen
con la caja de cartón de los truenos capitanes.
Qué no daría yo por escuchar el nítido compás del martillo
sobre el armiño de los inveterados gorrones golpeándose,
Y hurtar el agua de los barriles junto a la brisa
simulando no mirar y que, con miel, me mirasen
aquellos ojos esperanzas de cabellos azabaches.
¡Y escuchar el acordeón cuando comenzaba el baile!
Que no daría yo por correr las cuatro esquinas, cuan poseso,
cuadrando el círculo con mi traje de luces, impecable.
Y, entre las luces y sombras de mi efímero petate, que no daría
por oír la voz de terciopelo con que me susurraba mi madre:
¡Hijo, sé bueno, que si no en los churros mañana sales!
“Bolindres”, peonas, cuescos, botijos, chapas, bailes…
libros que se retorcían con sus tinteros al socaire;
Carros, carretas, “jaces” “jacinas”, sopas de tomates
Niños que jugaban, que ululaban hacia el aire
entre parlamentos sin parlamento de sus dulces madres.
¡Que no daría si hubiese sido apócrifo aquel personaje!
Y, porque hoy no se cerraran gateras y postigos
abriéndose mil ventanas a un mundo de casi nadie…
Que no daría porque, como antaño, llorase el otoño
alfombrando la ribera de lágrimas mimetizables.
Que no daría por desviar el silente trueno
que partió en dos el cielo en mitad de aquella calle.
PC