Decía Zapatero que la economía es un estado de ánimo. Lo que no añadía es que éste acaba por trasladarse a las elecciones. Que se lo digan a él y a su cuadrilla, que los españoles los mandaron al destierro de la oposición cuando las cuentas se descuadraron y el paro acabó por desbocarse. El bolsillo es el elemento más efectivo y emocional que existe para acabar con un Gobierno, pero también el único capaz de ratificarlo y contener los impulsos de las tripas en momentos de zozobra y desconcierto. Eso lo saben todos los que están en política, tanto los que gobiernan, como los que aspiran a hacerlo.
Termina 2014 y llega la hora de la verdad. En 2015 van a coincidir dos citas de notable trascendencia política como son las elecciones autonómicas y municipales de mayo, y las nacionales de otoño. La ciudadanía tiene que reflejar en las urnas su apoyo al gobierno o su rechazo, en resumidas cuentas su estado de ánimo. De ahí que el PP saque las cifras a pasear para publicitar la recuperación de 2014 y augurar el despegue económico de 2015, mientras que la oposición no pare de pintar un panorama tan nefasto como desesperanzador. Cifra contra cifra, positivo y negativo, el vaso medio lleno o medio vacío, cada cual pone encima de la mesa lo que le conviene a fin de minar la moral del votante y trasmitir una realidad afín que pueda transformarse en voto. Porque todos los indicadores lanzados por el Gobierno, sea nacional sea regional, son verdad, todos y cada uno, pero la realidad de la calle también y muchas de las cifras positivas que se barajan y también se pronostican no han llegado aún a buena parte de los hogares.
El PP se la va a jugar a la carta de la recuperación. Ya está claro que va a fiar el año electoral al despegue económico y la mejora del desempleo tanto en Extremadura como en España. Los populares llegaron para arreglar el desaguisado que había dejado el PSOE, ese es el 'runrún' de la legislatura, y para ello tienen que presentar resultados que lo justifiquen. No vale pedir paciencia ni tampoco más plazo; las cartas se tienen que poner boca arriba desde ya, de manera que en mayo se lleve una buena mano. Será la única manera de salir refrendados de las urnas y que éstas no tengan el reflejo del cabreo que algunos preveen.
Es cierto que Extremadura va muchas veces por libre, en el sentido de que las urnas han arrojado en ocasiones resultados muy distintos aquí que a nivel nacional, pero no cabe duda de que la influencia pesa en uno u otro sentido. Sin embargo, los acontecimientos pueden cambiar de la noche a la mañana, porque, sinceramente, ¿alguien imaginaba la efectividad y emergencia de 'Podemos' antes de las europeas de mayo? En abril pasado el PP daba por hecho una mayoría absoluta en Extremadura, el PSOE reconocía un desgaste, y consiguientemente una derrota aunque sin decirlo, e Izquierda Unida auguraba una subida en número de escaños. Ahora los populares siguen pensando que van a ganar pero por minoría, los socialistas creen que tienen una oportunidad de gobierno pero contando con 'Podemos' y en Izquierda Unida hace tiempo que rezan el "virgencita, virgencita, que me quede como estoy".
En cinco meses puede pasar cualquier cosa, hasta volver al escenario anterior. Monago se propone hacer los deberes, presentar resultados más positivos que los de ahora y, lo mejor, que se note en los hogares que la recuperación ha empezado a entrar por la puerta. Espera que el ánimo de la gente lo lleve hasta un segundo mandato. Si se ha empeñado en señalar por activa y por pasiva que en Extremadura ya no caben las ideologías sino las ideas, y que los extremeños no son de nadie, ni rojos ni azules, sino de quien consigue solucionarles sus problemas, tendrá que poner toda la carne en el asador y presentar logros más que palpables.
De lo contrario, ya se sabe, entrarán en juego otros factores como el bolsillo y las tripas. Y ante eso, no hay balance ni cifra sobre el papel que lo resista.
Termina 2014 y llega la hora de la verdad. En 2015 van a coincidir dos citas de notable trascendencia política como son las elecciones autonómicas y municipales de mayo, y las nacionales de otoño. La ciudadanía tiene que reflejar en las urnas su apoyo al gobierno o su rechazo, en resumidas cuentas su estado de ánimo. De ahí que el PP saque las cifras a pasear para publicitar la recuperación de 2014 y augurar el despegue económico de 2015, mientras que la oposición no pare de pintar un panorama tan nefasto como desesperanzador. Cifra contra cifra, positivo y negativo, el vaso medio lleno o medio vacío, cada cual pone encima de la mesa lo que le conviene a fin de minar la moral del votante y trasmitir una realidad afín que pueda transformarse en voto. Porque todos los indicadores lanzados por el Gobierno, sea nacional sea regional, son verdad, todos y cada uno, pero la realidad de la calle también y muchas de las cifras positivas que se barajan y también se pronostican no han llegado aún a buena parte de los hogares.
El PP se la va a jugar a la carta de la recuperación. Ya está claro que va a fiar el año electoral al despegue económico y la mejora del desempleo tanto en Extremadura como en España. Los populares llegaron para arreglar el desaguisado que había dejado el PSOE, ese es el 'runrún' de la legislatura, y para ello tienen que presentar resultados que lo justifiquen. No vale pedir paciencia ni tampoco más plazo; las cartas se tienen que poner boca arriba desde ya, de manera que en mayo se lleve una buena mano. Será la única manera de salir refrendados de las urnas y que éstas no tengan el reflejo del cabreo que algunos preveen.
Es cierto que Extremadura va muchas veces por libre, en el sentido de que las urnas han arrojado en ocasiones resultados muy distintos aquí que a nivel nacional, pero no cabe duda de que la influencia pesa en uno u otro sentido. Sin embargo, los acontecimientos pueden cambiar de la noche a la mañana, porque, sinceramente, ¿alguien imaginaba la efectividad y emergencia de 'Podemos' antes de las europeas de mayo? En abril pasado el PP daba por hecho una mayoría absoluta en Extremadura, el PSOE reconocía un desgaste, y consiguientemente una derrota aunque sin decirlo, e Izquierda Unida auguraba una subida en número de escaños. Ahora los populares siguen pensando que van a ganar pero por minoría, los socialistas creen que tienen una oportunidad de gobierno pero contando con 'Podemos' y en Izquierda Unida hace tiempo que rezan el "virgencita, virgencita, que me quede como estoy".
En cinco meses puede pasar cualquier cosa, hasta volver al escenario anterior. Monago se propone hacer los deberes, presentar resultados más positivos que los de ahora y, lo mejor, que se note en los hogares que la recuperación ha empezado a entrar por la puerta. Espera que el ánimo de la gente lo lleve hasta un segundo mandato. Si se ha empeñado en señalar por activa y por pasiva que en Extremadura ya no caben las ideologías sino las ideas, y que los extremeños no son de nadie, ni rojos ni azules, sino de quien consigue solucionarles sus problemas, tendrá que poner toda la carne en el asador y presentar logros más que palpables.
De lo contrario, ya se sabe, entrarán en juego otros factores como el bolsillo y las tripas. Y ante eso, no hay balance ni cifra sobre el papel que lo resista.