Qué bonito está los alrededores del pantano con asientos nuevos y una vez más llegamos a la conclusión que para solucionar problemas hay que quejarse en voz alta para que oigan los que mandan que están sordos y lejos, pero muy lejos, lejísimo, sordos y tan sordo que no oyen nada de lo que dicen los necesitados que pisan diariamente la calle.