Otra de las tradiciones que se nos han ido por la puerta de atrás, ha sido “El Domingo de Piñata”; aunque la verdad sea dicha… nunca vimos ninguna “piñata ni nada que se pareciera. Pero sí con regocijo y cierto estupor veíamos ese día a los quintos cantar por las calles, que incansablemente lo habían hecho durante toda la noche: cantar y “patear” los abundantes charcos que había cualquier calle y la falta de gorrones lo formaban. Siempre estaba la omnipresente garrafa en manos de dos ellos, y que abastecía a cualquier quinto que lo necesita, aquello… aquello si que era verdadera solidaridad, no como ahora que detrás de esta palabra, se esconde la eufénica caridad. Sea como sea: aquella”madrugá” nos resultaba distinta… eran como “las belloteras” en el mes de diciembre que cantaban alegremente cuando iban a trabajar con alegría: a apañar bellotas. Aquí, a cualquier quinto… lo máximo era que le podía caer: ¡África! Pero lo que a uno, le salía de ojo… es que el tío o el padre, le siguiera a prudencial distancia al quinto… como si fuera un deber, un ritual, un respeto, una tradición. Eran los verdaderos artífices de aquellos bailes o matiné hasta la 5 de la tarde… en los que en la salida, bien la madre o la tía acompañaba a las mocita cogidas del brazo de las demás amigas, que había "ennoviada" en los “Carnavales”… era el “Domingo de Piñata” como una certificación que aquello iba en serio y de pronóstico duradero.
Ya no es necesario tanta antigualla para una relación de pareja… ni unos quintos que canten sin cesar: “Si te toca te jodes, que yo ya me jodí…”, y se mezclen con el ya titubeante (es que el tiempo no pasa en balde): “El Lunes de Carnaval de gitana me vestí y en un salón de baile donde a mi novio vi”. Nada de eso. Ahora lo lloramos en el “Entierro la Sardina”, que en nuestra niñez no se celebraba; ya que se festejaba más el Miércoles de ceniza y la autoridad competente lo prohibía. Pero lo mejor es que “El Carnaval de Membrío” aún sigue vivo, y es que a los membrilleros, membrileños, membrillentos, membrillenses o simplemente de Membrío como particularmente nos gusta que nos llamen, nos sigue gustando el Carnaval; aunque “El Domingo de Piñata”, se nos haya ido por la puerta de atrás. SALUDOS.
Ya no es necesario tanta antigualla para una relación de pareja… ni unos quintos que canten sin cesar: “Si te toca te jodes, que yo ya me jodí…”, y se mezclen con el ya titubeante (es que el tiempo no pasa en balde): “El Lunes de Carnaval de gitana me vestí y en un salón de baile donde a mi novio vi”. Nada de eso. Ahora lo lloramos en el “Entierro la Sardina”, que en nuestra niñez no se celebraba; ya que se festejaba más el Miércoles de ceniza y la autoridad competente lo prohibía. Pero lo mejor es que “El Carnaval de Membrío” aún sigue vivo, y es que a los membrilleros, membrileños, membrillentos, membrillenses o simplemente de Membrío como particularmente nos gusta que nos llamen, nos sigue gustando el Carnaval; aunque “El Domingo de Piñata”, se nos haya ido por la puerta de atrás. SALUDOS.
Cantar y “patear” los abundantes charcos que había cualquier calle y la falta de gorrones lo formaban. ADP.
Esa manía que tenían los quintos de pisar los charcos de las calles venia de cuando éramos pequeños que gustaba con los zancos meterse en ellos y cruzar los regatos. Todas las cosas tienen sus explicaciones y orígenes.
Esa manía que tenían los quintos de pisar los charcos de las calles venia de cuando éramos pequeños que gustaba con los zancos meterse en ellos y cruzar los regatos. Todas las cosas tienen sus explicaciones y orígenes.