Estremeñus es cómo Podemos, pero cambiando la Complutense por Carcaboso. Estremeñus es nuestra utopía local, nuestro partido alternativo, nuestra gente frente a la casta. Aunque lo mejor de todo es que Estremeñus no es una propuesta nacida en un laboratorio universitario de ideas, sino un proyecto regional que ya está funcionando en pueblos como Majadas de Tiétar (1.200 habitantes) o Carcaboso (1.300). El problema para Estanislao Martín, líder del partido, y para sus 64 candidatos a ser alcaldes es que casi nadie conoce en Extremadura la radicalidad económica e identitaria de su programa.
Si los magos de otras campañas cogieran a Estremeñus, harían maravillas. Pero como esto no es posible, en vez de canciones resultonas, estética pop, vehículos de época y vídeos rompedores, tenemos una comitiva de 50 personas ataviadas con camisetas verdes, que, con 30 grados y sudando la gota gorda, descienden hacia el río de Carcaboso para ver una plantación de kiwis.
Estremeñus no debería necesitar programas ni carteles. Le valdría con llevar de pueblo en pueblo a Lorena y a Aniceto, alcaldes y candidatos de Carcaboso y Majadas de Tiétar, explicando lo que han conseguido en sus pueblos: una economía colaborativa y sostenible.
¿Quién compraba Playboy para leer a Nabokov y quién votaba al PSOE por llevar regionalistas?
Todo esto no son más que palabras. Si bajamos a los hechos, durante el paseo por Carcaboso pasamos por los jardines municipales, donde están prohibidos los herbicidas y, en lugar de flores, crecen lechugas o plantas medicinales, que los vecinos recogen si las necesitan. Se ven plantaciones de repollos, tomates o fresas, hay ciruelos y perales... Todo es municipal, todo es de todos.
Hay bares, restaurantes y supermercados que venden o sirven productos de kilómetro cero, o sea, del pueblo: carne de las terneras de Pío, zanahorias de los huertos ecológicos municipales, cervezas de origen local, huevos del gallinero comunitario, mermeladas y quesos cuyo origen está en talleres municipales.
El dinero del famoso PER no se invierte solo en aceras, sino también en plantaciones experimentales que necesitan mano de obra para la recolección: primero fueron arándanos, después, grosellas, ahora se experimenta con kiwis hasta dar con la plantación idónea.
Esta utopía de ecopueblo ha sido reconocida con el premio del Congreso Nacional del Medio Ambiente y especialistas de toda España se acercan a estas arcadias reales de Estremeñus, Carcaboso y Majadas, para conocerlas, tomar nota y trasladar la experiencia a sus localidades del País Vasco o Cataluña.
El problema es que Estremeñus no es capaz de comunicar su proyecto a la sociedad. Al menos eso es lo que dicen las encuestas, que colocan a la formación regionalista en el limbo del 1%. El Prex-Crex, ahora Extremeños-Estremeñus, tiene que bregar solito en esta campaña tras ir de la mano con el PSOE durante años.
Gay Talese, referencia del Nuevo Periodismo, sostiene en su mítico reportaje 'Voguelandia' que ser buen escritor y publicar en Vogue es como ser buen pianista y tocar en un burdel: los clientes no van al local a escucharte. Es lo que sucedía con Umbral y Vázquez Montalbán en Interviú o con Nabokov y Kerouac en Playboy. ¿Quién compra Interviú para leer a Millás? ¿Y quién votaba al PSOE o al PP porque llevaban a regionalistas en sus listas?
Los grandes partidos se han dado cuenta del dislate y Estremeñus se ha encontrado solo y se ha dado cuenta de que tiene el proyecto más innovador y autóctono del escaparate político regional, pero no es capaz de venderlo.
En su visita a Carcaboso, que se ha convertido en el Guernica o el Rianxo extremeño, Estanislao Martín, candidato a presidir la Junta, habla de que lo tradicional en Extremadura es que los vecinos se ayuden y que por eso su proyecto se basa en la economía colaborativa. «Nos ayudamos a recoger la aceituna y la cereza, pero las inspecciones persiguen esa colaboración del yo ayudo a mi cuñado y mi cuñado me ayuda a mí. No puede ser que la jubilada que ayuda a su hijo en el bar haciendo una tortilla pueda perder la pensión», explica frente a un jardín de acelgas municipales.
«La sociedad se mide por criterios de lucro y competitividad y nosotros queremos cambiarlos por los de bien común y cooperación», propone antes de prometer crear una Dirección General del Bien Común y un Centro Especializado de la Economía del Bien Común, que tendría su sede en Carcaboso. Lorena Rodríguez, alcaldesa y candidata, asiente. Sabe que es una promesa difícil de cumplir, pero en Carcaboso llevan desde 2007 haciendo otra política sin esperar nada. No reciben financiación para sus proyectos, no gozan del don de la palabrería y nadie los llama a las televisiones. Sí gozan del don de la acción, pero hacer vende menos que hablar.
Si los magos de otras campañas cogieran a Estremeñus, harían maravillas. Pero como esto no es posible, en vez de canciones resultonas, estética pop, vehículos de época y vídeos rompedores, tenemos una comitiva de 50 personas ataviadas con camisetas verdes, que, con 30 grados y sudando la gota gorda, descienden hacia el río de Carcaboso para ver una plantación de kiwis.
Estremeñus no debería necesitar programas ni carteles. Le valdría con llevar de pueblo en pueblo a Lorena y a Aniceto, alcaldes y candidatos de Carcaboso y Majadas de Tiétar, explicando lo que han conseguido en sus pueblos: una economía colaborativa y sostenible.
¿Quién compraba Playboy para leer a Nabokov y quién votaba al PSOE por llevar regionalistas?
Todo esto no son más que palabras. Si bajamos a los hechos, durante el paseo por Carcaboso pasamos por los jardines municipales, donde están prohibidos los herbicidas y, en lugar de flores, crecen lechugas o plantas medicinales, que los vecinos recogen si las necesitan. Se ven plantaciones de repollos, tomates o fresas, hay ciruelos y perales... Todo es municipal, todo es de todos.
Hay bares, restaurantes y supermercados que venden o sirven productos de kilómetro cero, o sea, del pueblo: carne de las terneras de Pío, zanahorias de los huertos ecológicos municipales, cervezas de origen local, huevos del gallinero comunitario, mermeladas y quesos cuyo origen está en talleres municipales.
El dinero del famoso PER no se invierte solo en aceras, sino también en plantaciones experimentales que necesitan mano de obra para la recolección: primero fueron arándanos, después, grosellas, ahora se experimenta con kiwis hasta dar con la plantación idónea.
Esta utopía de ecopueblo ha sido reconocida con el premio del Congreso Nacional del Medio Ambiente y especialistas de toda España se acercan a estas arcadias reales de Estremeñus, Carcaboso y Majadas, para conocerlas, tomar nota y trasladar la experiencia a sus localidades del País Vasco o Cataluña.
El problema es que Estremeñus no es capaz de comunicar su proyecto a la sociedad. Al menos eso es lo que dicen las encuestas, que colocan a la formación regionalista en el limbo del 1%. El Prex-Crex, ahora Extremeños-Estremeñus, tiene que bregar solito en esta campaña tras ir de la mano con el PSOE durante años.
Gay Talese, referencia del Nuevo Periodismo, sostiene en su mítico reportaje 'Voguelandia' que ser buen escritor y publicar en Vogue es como ser buen pianista y tocar en un burdel: los clientes no van al local a escucharte. Es lo que sucedía con Umbral y Vázquez Montalbán en Interviú o con Nabokov y Kerouac en Playboy. ¿Quién compra Interviú para leer a Millás? ¿Y quién votaba al PSOE o al PP porque llevaban a regionalistas en sus listas?
Los grandes partidos se han dado cuenta del dislate y Estremeñus se ha encontrado solo y se ha dado cuenta de que tiene el proyecto más innovador y autóctono del escaparate político regional, pero no es capaz de venderlo.
En su visita a Carcaboso, que se ha convertido en el Guernica o el Rianxo extremeño, Estanislao Martín, candidato a presidir la Junta, habla de que lo tradicional en Extremadura es que los vecinos se ayuden y que por eso su proyecto se basa en la economía colaborativa. «Nos ayudamos a recoger la aceituna y la cereza, pero las inspecciones persiguen esa colaboración del yo ayudo a mi cuñado y mi cuñado me ayuda a mí. No puede ser que la jubilada que ayuda a su hijo en el bar haciendo una tortilla pueda perder la pensión», explica frente a un jardín de acelgas municipales.
«La sociedad se mide por criterios de lucro y competitividad y nosotros queremos cambiarlos por los de bien común y cooperación», propone antes de prometer crear una Dirección General del Bien Común y un Centro Especializado de la Economía del Bien Común, que tendría su sede en Carcaboso. Lorena Rodríguez, alcaldesa y candidata, asiente. Sabe que es una promesa difícil de cumplir, pero en Carcaboso llevan desde 2007 haciendo otra política sin esperar nada. No reciben financiación para sus proyectos, no gozan del don de la palabrería y nadie los llama a las televisiones. Sí gozan del don de la acción, pero hacer vende menos que hablar.