¿En el país de la Vida, aquel en donde estáis
habrá un atardecer igual que éste de ahora?
Voy camino del sol, Extremadura al fondo,
y la luz de poniente nos ciega de naranjas.
Cada vez que viajas, por la tarde, a mi tierra
el sol te da de frente, insistente de ocasos...
voluntad de poniente, derrocha a cada instante
esas galas mejores para la despedida.
Sobre la oscura encina con cansancio desiglos
y los montes azules que se pierden al fondo
el sol desgrana lenta toda una melodía
de malvas y de ocres en misterioso acorde.
¡Qué dulce la ceguera del sol al retirarse!
¡Qué silencio tan hondo en estos funerales
del oro y de la púrpura! ¡Qué oración tan solemne!
Por eso, en ese nuevo país donde habitáis,
¿hay esta luz dormida, este dorado ocaso?
¿o este oeste es tan solo para los que aquí somos?
Allí está la blancura, la vida que no muere,
la eterna sinfonía en voz de claridades...
pero aquí cada tarde, al volver a la tierra,
dejaré que me envuelvan estas rosas naranjas
que me traen vuestros nombres cuajados de nostalgia.
Y no me pesará sentirme mudo y ciego
deslumbrado por tanta sutil melancolía,
si los ojos se cuajan de belleza tan triste
que aún quisiera ser sombra con la noche que avanza.
Poeta extremeño SANTIAGO CASTELO.
habrá un atardecer igual que éste de ahora?
Voy camino del sol, Extremadura al fondo,
y la luz de poniente nos ciega de naranjas.
Cada vez que viajas, por la tarde, a mi tierra
el sol te da de frente, insistente de ocasos...
voluntad de poniente, derrocha a cada instante
esas galas mejores para la despedida.
Sobre la oscura encina con cansancio desiglos
y los montes azules que se pierden al fondo
el sol desgrana lenta toda una melodía
de malvas y de ocres en misterioso acorde.
¡Qué dulce la ceguera del sol al retirarse!
¡Qué silencio tan hondo en estos funerales
del oro y de la púrpura! ¡Qué oración tan solemne!
Por eso, en ese nuevo país donde habitáis,
¿hay esta luz dormida, este dorado ocaso?
¿o este oeste es tan solo para los que aquí somos?
Allí está la blancura, la vida que no muere,
la eterna sinfonía en voz de claridades...
pero aquí cada tarde, al volver a la tierra,
dejaré que me envuelvan estas rosas naranjas
que me traen vuestros nombres cuajados de nostalgia.
Y no me pesará sentirme mudo y ciego
deslumbrado por tanta sutil melancolía,
si los ojos se cuajan de belleza tan triste
que aún quisiera ser sombra con la noche que avanza.
Poeta extremeño SANTIAGO CASTELO.