“UN PUEBLO QUE NUNCA SE ACABA”. 72. II Parte.
No…no vamos hablar de lo que significa: “Salorino y Membrío campanas rotas, al buen entendedor palabras pocas”. Lo dejaremos para mejor ocasión y en otro medio… por supuesto que no en “el otro medio”, porque no somos de ninguno. Una de las abominaciones sociales de nuestro tiempo son los grupos de WhatsApp, y la nueva misantropía, antónimo de filantropía consiste en negarse a pertenecer a ninguno. Sea como sea, allá cada cual, hoy nuestra intención de “Un pueblo…”, ha sido reconocer el papel que desempeñó el madroño en nuestra niñez como estimulante del apetito. ¡Otra cosa igual…! ¿Estimular el apetito para qué… si había poca o escasa comida? Como todo el mundo sabe - antes no se sabía tanto, tal vez fuera mejor- el madroño en su madurez tiene alcohol, es ahí por qué se da con él friegas con alcohol de romero, que junto a “Quina Santa Catalina”… hacía que brincamos y saltábamos porque en el plato no había mucho que digamos… si en cambio muchas “puchas”; pero el niño se hartaba de tantas “puchas” un día y otro y el de más allá y el día del medio (Risas). En cambio, el de otra planta: el ricino, se hacía bien: nuestras madres y abuelas con esa aceite, nos limpiaban en el intestino; ahora que se habla tanto del cáncer de colon y de no comer tanto jamón: prohibido esos hartones de jamón por Navidad… y más verde, si es verdad si queremos vivir tanto, señal inequívoca que no se vive tan mal como tantas veces pregonamos. Terminamos prediciendo que tarde o temprano nos dirán todas las buenas propiedades que tiene el madroño. Ya sabemos: a la Sierra, y a los barrerones del Tajo y Salor a por ellos. A este grupo de amigos foreros, le sugerimos que en la comida que van a realizar el día 12 en Madrid, que incluya el madroño en su menú, se ahorraran el “chupito”. SALUDOS.
No…no vamos hablar de lo que significa: “Salorino y Membrío campanas rotas, al buen entendedor palabras pocas”. Lo dejaremos para mejor ocasión y en otro medio… por supuesto que no en “el otro medio”, porque no somos de ninguno. Una de las abominaciones sociales de nuestro tiempo son los grupos de WhatsApp, y la nueva misantropía, antónimo de filantropía consiste en negarse a pertenecer a ninguno. Sea como sea, allá cada cual, hoy nuestra intención de “Un pueblo…”, ha sido reconocer el papel que desempeñó el madroño en nuestra niñez como estimulante del apetito. ¡Otra cosa igual…! ¿Estimular el apetito para qué… si había poca o escasa comida? Como todo el mundo sabe - antes no se sabía tanto, tal vez fuera mejor- el madroño en su madurez tiene alcohol, es ahí por qué se da con él friegas con alcohol de romero, que junto a “Quina Santa Catalina”… hacía que brincamos y saltábamos porque en el plato no había mucho que digamos… si en cambio muchas “puchas”; pero el niño se hartaba de tantas “puchas” un día y otro y el de más allá y el día del medio (Risas). En cambio, el de otra planta: el ricino, se hacía bien: nuestras madres y abuelas con esa aceite, nos limpiaban en el intestino; ahora que se habla tanto del cáncer de colon y de no comer tanto jamón: prohibido esos hartones de jamón por Navidad… y más verde, si es verdad si queremos vivir tanto, señal inequívoca que no se vive tan mal como tantas veces pregonamos. Terminamos prediciendo que tarde o temprano nos dirán todas las buenas propiedades que tiene el madroño. Ya sabemos: a la Sierra, y a los barrerones del Tajo y Salor a por ellos. A este grupo de amigos foreros, le sugerimos que en la comida que van a realizar el día 12 en Madrid, que incluya el madroño en su menú, se ahorraran el “chupito”. SALUDOS.