Las diez de la mañana de un domingo y aquí no aparece ningún comentarista para opinar del futuro España. Hasta que proceda.
¡Pardiez "VIRGO"...! Que los comentarios no se hacen como los churros.
“UN PUEBLO QUE NUNCA SE OLVIDA: Recordando” 0 6. III Parte.
Que la Nochevieja en el pueblo ha sido tradición nada del peluquín y con pelucas mucho menos. Y es que ahora, sin mirar a ninguna parte… ¡Hale, todo es tradición! Y tradiciones sin solera como es la Nochevieja. Más nos vale RECUPERAR las que sí lo fueron. Ahora, en estos de las tradiciones cada uno las modifica o las ensalza como le da la gana. Tradición era ir a la cercana Valencia de Alcántara en el coche de línea o camioneta (la palabra autobús no existía para nada… y bus mucho menos) por la tarde y venirse por el mismo medio por la mañana a las siete; también estaban los taxis de Urbano Carrasco, Vicente Antúnez, Gabriel Cristóbal, Nicolás Pintor o Juanito “El Correo”… el del tío Manuel “Montañé” ya se había ido precisamente retirado a Valencia, al que veíamos con frecuencia a la entrada del pueblo por “Valuengo”. Míra… ahí está “El Montañes” no decíamos. Creemos con toda sinceridad, que los primeros en ir a Valencia a finales de los 50 fueron Tomás y su hermano Lorenzo con su amigo Emilio; pronto después le siguieron Gregorin y su amigo Luis “Regino”, que como los toreros recibió el nombre de su padre. Después llegamos al principio de los 70, todos los demás; 300 pesetas nos daba un familiar cercano para que nos divirtiéramos. No como Domingo, que lo primero que hacía es dirigirse al “Bar Calleja” a comer una buena ración de prueba. Más tarde nos acercaríamos a “La Peña” a comer calamares apenas conocidos como aperitivo. Después tocaba –y que bien tocaba la orquesta “Sabor Cubano”- a merodear por “Artesano”, “La Unión” en la Playa o en el “El Portugués” en las Cuatro Esquinas.
Los primeros atisbos de Nochevieja en el pueblo lo protagonizó el “Baile de Samuél”; pero organizado de forma privada y particular pero que podía ir toda la gente que quisiera… pagando, por la juventud de entonces y casados que pagaban a escote los aperitivos y bebidas que se ponían en mesas y ocupaban casi todo el baile; por supuesto que después había baile.; oyéndose canciones como: “Tengo ganas de bailar el nuevo compás / Y todo cuando le ven pasar / ¿Chico, dónde vas? / Me voy a bailar el bayón “ o “Y en tibias noches de luna / cuando me besa la brisa / Yo siento Cartagenera / el cascabel de tu risa “. Una forma muy bonita y alegre de fomentar la amistad, que tanto aclamamos hoy cuando vemos que de las manos se nos va. Hoy si que nos hemos extendido para ser domingo. Recuérdese cuando se denunciaba por trabajar en domingo.
Ahora lo que nos falta es que alguien nos CUENTE si este año en el pueblo se ha seguido con la tradición de estos últimos años: Lo que no queda duda, es que los años se acaban cuando terminan sus días. Y no sabemos dónde viene esa alegría de que termine un año y comience otro igual. Sin darnos cuenta de que los años se van… y jamás volverán ofreciéndonos otra oportunidad. SALUDOS.
“UN PUEBLO QUE NUNCA SE OLVIDA: Recordando” 0 6. III Parte.
Que la Nochevieja en el pueblo ha sido tradición nada del peluquín y con pelucas mucho menos. Y es que ahora, sin mirar a ninguna parte… ¡Hale, todo es tradición! Y tradiciones sin solera como es la Nochevieja. Más nos vale RECUPERAR las que sí lo fueron. Ahora, en estos de las tradiciones cada uno las modifica o las ensalza como le da la gana. Tradición era ir a la cercana Valencia de Alcántara en el coche de línea o camioneta (la palabra autobús no existía para nada… y bus mucho menos) por la tarde y venirse por el mismo medio por la mañana a las siete; también estaban los taxis de Urbano Carrasco, Vicente Antúnez, Gabriel Cristóbal, Nicolás Pintor o Juanito “El Correo”… el del tío Manuel “Montañé” ya se había ido precisamente retirado a Valencia, al que veíamos con frecuencia a la entrada del pueblo por “Valuengo”. Míra… ahí está “El Montañes” no decíamos. Creemos con toda sinceridad, que los primeros en ir a Valencia a finales de los 50 fueron Tomás y su hermano Lorenzo con su amigo Emilio; pronto después le siguieron Gregorin y su amigo Luis “Regino”, que como los toreros recibió el nombre de su padre. Después llegamos al principio de los 70, todos los demás; 300 pesetas nos daba un familiar cercano para que nos divirtiéramos. No como Domingo, que lo primero que hacía es dirigirse al “Bar Calleja” a comer una buena ración de prueba. Más tarde nos acercaríamos a “La Peña” a comer calamares apenas conocidos como aperitivo. Después tocaba –y que bien tocaba la orquesta “Sabor Cubano”- a merodear por “Artesano”, “La Unión” en la Playa o en el “El Portugués” en las Cuatro Esquinas.
Los primeros atisbos de Nochevieja en el pueblo lo protagonizó el “Baile de Samuél”; pero organizado de forma privada y particular pero que podía ir toda la gente que quisiera… pagando, por la juventud de entonces y casados que pagaban a escote los aperitivos y bebidas que se ponían en mesas y ocupaban casi todo el baile; por supuesto que después había baile.; oyéndose canciones como: “Tengo ganas de bailar el nuevo compás / Y todo cuando le ven pasar / ¿Chico, dónde vas? / Me voy a bailar el bayón “ o “Y en tibias noches de luna / cuando me besa la brisa / Yo siento Cartagenera / el cascabel de tu risa “. Una forma muy bonita y alegre de fomentar la amistad, que tanto aclamamos hoy cuando vemos que de las manos se nos va. Hoy si que nos hemos extendido para ser domingo. Recuérdese cuando se denunciaba por trabajar en domingo.
Ahora lo que nos falta es que alguien nos CUENTE si este año en el pueblo se ha seguido con la tradición de estos últimos años: Lo que no queda duda, es que los años se acaban cuando terminan sus días. Y no sabemos dónde viene esa alegría de que termine un año y comience otro igual. Sin darnos cuenta de que los años se van… y jamás volverán ofreciéndonos otra oportunidad. SALUDOS.