SAN ANTONIO Y LOS PAJARITOS-1.
Divino Antonio precioso,
suplícale al Dios inmenso
que por tu gracia divina
alumbre mi entendimiento.
Desde niño fue nacido
con mucho temor de Dios,
de sus padres estimados
y del mundo admiración.
Su padre era un caballero
cristiano, honrado y prudente,
que mantenía su casa
con el sudor de su frente.
Para que mi lengua
refiera el milagro
que en el huerto obraste
de edad de ocho años.
Fue caritativo
y perseguidor
de todo enemigo
con mucho rigor.
Y tenía un huerto
donde recogía
cosechas del fruto
que el tiempo traía.
Por la mañana un domingo,
como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa,
cosa que nunca olvidaba.
Le dijo: Antonio
ven aquí, hijo amado,
escucha, que tengo
que darte un recado.
Mientras que yo estoy en misa
gran cuidado has de tener,
mira que los pajaritos
todo lo echan a perder.
Divino Antonio precioso,
suplícale al Dios inmenso
que por tu gracia divina
alumbre mi entendimiento.
Desde niño fue nacido
con mucho temor de Dios,
de sus padres estimados
y del mundo admiración.
Su padre era un caballero
cristiano, honrado y prudente,
que mantenía su casa
con el sudor de su frente.
Para que mi lengua
refiera el milagro
que en el huerto obraste
de edad de ocho años.
Fue caritativo
y perseguidor
de todo enemigo
con mucho rigor.
Y tenía un huerto
donde recogía
cosechas del fruto
que el tiempo traía.
Por la mañana un domingo,
como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa,
cosa que nunca olvidaba.
Le dijo: Antonio
ven aquí, hijo amado,
escucha, que tengo
que darte un recado.
Mientras que yo estoy en misa
gran cuidado has de tener,
mira que los pajaritos
todo lo echan a perder.