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“UN PUEBLO QUE NUNCA SE OLVIDA: Recordando: 24. III Parte.

Corresponde a mañana jueves día 14. Por lo tanto lo podemos dejar por ahí aparcado, y si da tiempo… mañana se leerá. No hay prisa.

La luz en la Plaza era más bien escasa, a pesar que encima de la columna de base de granito y mástil de hierro, había 5 bombillas de escaso voltaje. Unos muchachos subían por sus cuatros lados a la vez… otro estaban “cogidos” en la misma columna esperando que los “librasen” (lo de liberar vendría más tarde), estaban jugando “A las Cuatro Esquinas”. Los menos eran espectadores desde la “Acera de D. Celestino” o desde “los poyos del tío Macías). La cuestión que en esa Plaza se formaba buena algarabía… unos corriendo para que no lo cogiese “el que se quedaba” en el juego y al mismo tiempo “librar” con sólo tocarlos los que “cogidos” estaban en la columna, que algunas veces cansados de esperar… algunos hacia la trastada… el último metía el dedo en algún charco abundante en aquellos entonces o simplemente meaba... “H. que calambre me ha dado…” y huían despavoridos. Entonces estábamos muy lejos de saber: la conductividad de la electricidad, lo que era un ohmio, un amperio, un voltio… no digamos del LED. Unas mujeres que atravesaban la Plaza con sus lecheras colgadas del brazo, que iba a por la leche donde el tío Vicente Padilla o Urbano Carrasco, se habían entretenido a buscar en su “faldiqueras” (lo de faltriqueras vino más tarde) a ver si tenían dinero suficiente para la leche y de camino llevarse una sandia o un melón de los puestos de sandias que había en la Plaza. ¡Habrá visto los muchachos… si quieren me llevan por delante! Se decía la una a la otra. Más adelante, al revolver la esquina de la fragua del tío Vivas; otra “patulea” que corrían despavoridos con una sandía bajo el brazo que habían robado (lo de sustraer vino más tarde) camino de la “Calleja de la Caseta la Luz”, donde más tarde la compartirían. Pues a punto estuvieron echarle por los aires el plato blanco de porcelana con el ribete en azul las cuatro sardinas que una mujercita llevaba saliendo del comercio de Laureano, y es que antes se vendía lasa sardinas a granel. Qué “jodios” estos muchachos…!, exclamaban los hombres que esperaban la vez en la cercana “ Barbería de Gregorin”. Si la leche era rebajada con agua, la colonia usada como masaje después del afeitado también era rebajada…¡no digamos el vino! Y es que por entonces no se estilaba las cosas puras… porque podían dañar gravemente a la salud. Podrías sufrir una indigestión. CONTINUARÁ. Saludos.