CRONICA SOCIAL-. JUAN, UN AMIGO MAYOR.
TRINCHERA, la respuesta ya la leíste "que bien se está cuando se está bien", si pretende que contestemos por usted, es una faena difícil, sin querer pasar por un simplón decimos que estamos bien con nuestra gente y que reconocemos que hacemos juicios de valores a las personas sin darles la oportunidad a conocerlas, un error de ida y vuelta de monedas de cambio, las amistades están condicionadas y en las mayorías de las veces contaminadas por el deporte de sembrar la maldad, mangonear y minimizar en un intento de hacernos grandes desagradando a los demás, esto es tan falso cuando a veces te preguntan ¿Cómo estás?, si la contestación es positiva pasan de ti pasando a otra conversación que les aporte más rentabilidad a su deficiencias, si las respuesta a la pregunta ¿cómo estás?, "hecho una mierda", el interés se sube al máximo nivel, empezamos a pensar que el está peor que uno, por lo que recibimos una dosis milagrosas a nuestros males, nos curamos del mal de otros, pa que ir al médico si la solución está con nosotros mismos, el mal de los otros se ha convertido en una pastilla sanadora.
Algunos se sorprenden que cuando simulan la preocupación por la salud de los demás, la contestación siempre sea la misma "de puta madre", hemos aprendido que no queremos hacer felices con nuestros males a los demás, esta reflexión nadie la vamos a reconocer pero están ciertas como las falsas amistades que poco a poco se desmoronan al estar construidas con muros en tierra movilizas.
En días pasados compartimos rehabilitación con una persona mayor y de movilidad reducida con el que del primer momento a pesar de su edad hicimos amistad, decimos a pesar solamente por la escasa atención que reciben nuestros mayores, en un primer momento el joven fisioterapeuta de dos años de práctica, viendo nuestra actitud y condición de ayudar a los demás me indico que me daba vía libre para llevar la tabla de gimnasia que previamente nos habían enseñado haciéndonos cargo de mi amigo Juan y cuatros más que su disposición era muy inferior al resto por lo que retrasaban el ritmo normal, lo que llevamos con mucho gusto, ellos nos daban las gracias por ponerles una atención que no nos correspondía profesionalmente, la que hicimos con agrado y voluntad de hacer algo por los demás.
Lo de dar las gracias la dimos nosotros por lo que habíamos aprendidos, mi último amigo Juan que entre cuatros ruedas, muletas y un tacatá se reparte su movilidad física, de cabeza cuerdo con razonamiento de haber vivido tanto del que se empeña en un mucho, de morir ni hablar, nos martilleaba diciéndonos que el día que dejemos la rehabilitación pasaría de él, cómo sus hijas, algo que no sucedió, de vez en cuando nos juntamos, nos transmite un gran aprecio, sus parpados a media altura se suben con expresión de un amigo que se alegra vernos, es lo que hay...... tasio.....
TRINCHERA, la respuesta ya la leíste "que bien se está cuando se está bien", si pretende que contestemos por usted, es una faena difícil, sin querer pasar por un simplón decimos que estamos bien con nuestra gente y que reconocemos que hacemos juicios de valores a las personas sin darles la oportunidad a conocerlas, un error de ida y vuelta de monedas de cambio, las amistades están condicionadas y en las mayorías de las veces contaminadas por el deporte de sembrar la maldad, mangonear y minimizar en un intento de hacernos grandes desagradando a los demás, esto es tan falso cuando a veces te preguntan ¿Cómo estás?, si la contestación es positiva pasan de ti pasando a otra conversación que les aporte más rentabilidad a su deficiencias, si las respuesta a la pregunta ¿cómo estás?, "hecho una mierda", el interés se sube al máximo nivel, empezamos a pensar que el está peor que uno, por lo que recibimos una dosis milagrosas a nuestros males, nos curamos del mal de otros, pa que ir al médico si la solución está con nosotros mismos, el mal de los otros se ha convertido en una pastilla sanadora.
Algunos se sorprenden que cuando simulan la preocupación por la salud de los demás, la contestación siempre sea la misma "de puta madre", hemos aprendido que no queremos hacer felices con nuestros males a los demás, esta reflexión nadie la vamos a reconocer pero están ciertas como las falsas amistades que poco a poco se desmoronan al estar construidas con muros en tierra movilizas.
En días pasados compartimos rehabilitación con una persona mayor y de movilidad reducida con el que del primer momento a pesar de su edad hicimos amistad, decimos a pesar solamente por la escasa atención que reciben nuestros mayores, en un primer momento el joven fisioterapeuta de dos años de práctica, viendo nuestra actitud y condición de ayudar a los demás me indico que me daba vía libre para llevar la tabla de gimnasia que previamente nos habían enseñado haciéndonos cargo de mi amigo Juan y cuatros más que su disposición era muy inferior al resto por lo que retrasaban el ritmo normal, lo que llevamos con mucho gusto, ellos nos daban las gracias por ponerles una atención que no nos correspondía profesionalmente, la que hicimos con agrado y voluntad de hacer algo por los demás.
Lo de dar las gracias la dimos nosotros por lo que habíamos aprendidos, mi último amigo Juan que entre cuatros ruedas, muletas y un tacatá se reparte su movilidad física, de cabeza cuerdo con razonamiento de haber vivido tanto del que se empeña en un mucho, de morir ni hablar, nos martilleaba diciéndonos que el día que dejemos la rehabilitación pasaría de él, cómo sus hijas, algo que no sucedió, de vez en cuando nos juntamos, nos transmite un gran aprecio, sus parpados a media altura se suben con expresión de un amigo que se alegra vernos, es lo que hay...... tasio.....