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“AYER POR TODO EL DÍA…OCURRIÖ” 93. IV Parte,
Estamos a punto de llegar a los 100 “Ayer por todo el día...” IV Parte, habrá que ir pensando llamar de otra manera a la V Parte, o por otra parte dejarlo; ya que empezamos a movernos de acá para allá y en todos los sitios a la vez no podemos estar… ese por lo menos lo que comprendemos.
Sandias había antes en cualquier huerto y siempre alrededor de las paredes, nunca por el centro; nacían por espontaneidad como algunas higueras y mucho menos melones. La causa no la sabemos… bueno, si la sabemos; pero queremos como si de un juego se tratase, lo descubra los demás. Como un juego era, cuando al llegar la noche, se formaba en la Plaza alrededor de los puestos de sandias emplazados sobre la pared de la iglesia. La chiquearía se “confulaban” dándose una acción en el hurto de la sandia, ni el Lazarillo de Tormes, se la ingeniaría mejor: unió la movía con el pie y se estaba quieto para que no sospechara el bueno y confiado “sandiero”, seguía un segundo cuya misión es que no fuese descubierto por las gente que venían a comprar, el tercero daba el pase corto como hacia Amancio a Gento; un cuarto como si de un jugador de rugby se tratase, salía corriendo al “Cerro” o a la “Caseta de la Luz”, según donde estuviese el puesto. Allí empezaban a llegar todos los sabedores del plan, y cada uno tendría su tajada. Gracias a Dios esos tiempos ya pasaron en los que poco importaba si la sandía estaba caliente o fría. SALUDOS.
Estamos a punto de llegar a los 100 “Ayer por todo el día...” IV Parte, habrá que ir pensando llamar de otra manera a la V Parte, o por otra parte dejarlo; ya que empezamos a movernos de acá para allá y en todos los sitios a la vez no podemos estar… ese por lo menos lo que comprendemos.
Sandias había antes en cualquier huerto y siempre alrededor de las paredes, nunca por el centro; nacían por espontaneidad como algunas higueras y mucho menos melones. La causa no la sabemos… bueno, si la sabemos; pero queremos como si de un juego se tratase, lo descubra los demás. Como un juego era, cuando al llegar la noche, se formaba en la Plaza alrededor de los puestos de sandias emplazados sobre la pared de la iglesia. La chiquearía se “confulaban” dándose una acción en el hurto de la sandia, ni el Lazarillo de Tormes, se la ingeniaría mejor: unió la movía con el pie y se estaba quieto para que no sospechara el bueno y confiado “sandiero”, seguía un segundo cuya misión es que no fuese descubierto por las gente que venían a comprar, el tercero daba el pase corto como hacia Amancio a Gento; un cuarto como si de un jugador de rugby se tratase, salía corriendo al “Cerro” o a la “Caseta de la Luz”, según donde estuviese el puesto. Allí empezaban a llegar todos los sabedores del plan, y cada uno tendría su tajada. Gracias a Dios esos tiempos ya pasaron en los que poco importaba si la sandía estaba caliente o fría. SALUDOS.