“LA VIDA NO ES COMO ES… SINO COMO LA RECORDAMOS”. 40. V Parte.
No crean que le vamos hablar de las bodas de Agosto; sino lo que por costumbre reservábamos para”La Virgen de Agosto”. Todo un año – el que no quiera seguir leyendo estamos a tiempo, ya habrá otros que lo haga – para reunir “reculta” (así se llamaba por entonces) suficiente y afrontar los gastos extraordinarios que suponía “La Feria”; hasta las propias abuelas te lo aconsejaban. Para ello, antes había que saltar huertos y huertos, ir detrás de las yuntas cuando araban y hacían florecer “hierros viejos” para venderlo al tropero, que con asiduidad venía a la Plaza, y el intercambio había dos cosas que nos llamaba a los muchachos poderosamente la atención: la hucha de barro y las algarrobas, que como las comía – según nos decía la Enciclopedia, muchísimo después resulto no ser verdad- el descubridor y conquistador extremeño Francisco Pizarro mientras guardaba cochinos… no serían malas; malas eran las algarrobas del “Jardín de Arriba” por la “Carretera Vieja” o “Camino de Albuquerque como se prefiera. Pero de lo que vamos hablar aquí y ahora, es de la HUCHA DE BARRO cocido, donde depositábamos nuestros ahorros, no antes sin hacer trampa.
La trampa no era ni más ni menos que con un cuchillo o una navaja, intentar recatar las pesetas rubias… o de papel, cuando las cosas no estaban muy allá. Peor era cuando con tantos “jurgos”, se te escapaba de las manos y ¡zás…!, se te había “rompido”. ¡Roto… será! Te enmendaba tu dijustada madre, que le había hecho la puñeta ¡que ganas tenían todas que aprendiésemos! El padre, los padres en general eran más explícitos y categóricos, te decían: “Haz una oposición o tienes que trabajar toda la vida”. Después todo fuimos muy listos; sabíamos al dedillo o de carrutela incluso cantando, que los participios terminaban en ado, ido, to y cho. Sea como sea, la hucha representaba algo más que la compra de un pirulí, cuando llegaba “La Feria”. Pasaba como ahora nos dicen con la hucha de las pensiones, que según nos dicen se le está viendo el “hondón”. Vaya cosa que nos van a decir cuando eso nosotros, lo sabíamos desde muchacho con nuestras propias huchas. SALUDOS.
No crean que le vamos hablar de las bodas de Agosto; sino lo que por costumbre reservábamos para”La Virgen de Agosto”. Todo un año – el que no quiera seguir leyendo estamos a tiempo, ya habrá otros que lo haga – para reunir “reculta” (así se llamaba por entonces) suficiente y afrontar los gastos extraordinarios que suponía “La Feria”; hasta las propias abuelas te lo aconsejaban. Para ello, antes había que saltar huertos y huertos, ir detrás de las yuntas cuando araban y hacían florecer “hierros viejos” para venderlo al tropero, que con asiduidad venía a la Plaza, y el intercambio había dos cosas que nos llamaba a los muchachos poderosamente la atención: la hucha de barro y las algarrobas, que como las comía – según nos decía la Enciclopedia, muchísimo después resulto no ser verdad- el descubridor y conquistador extremeño Francisco Pizarro mientras guardaba cochinos… no serían malas; malas eran las algarrobas del “Jardín de Arriba” por la “Carretera Vieja” o “Camino de Albuquerque como se prefiera. Pero de lo que vamos hablar aquí y ahora, es de la HUCHA DE BARRO cocido, donde depositábamos nuestros ahorros, no antes sin hacer trampa.
La trampa no era ni más ni menos que con un cuchillo o una navaja, intentar recatar las pesetas rubias… o de papel, cuando las cosas no estaban muy allá. Peor era cuando con tantos “jurgos”, se te escapaba de las manos y ¡zás…!, se te había “rompido”. ¡Roto… será! Te enmendaba tu dijustada madre, que le había hecho la puñeta ¡que ganas tenían todas que aprendiésemos! El padre, los padres en general eran más explícitos y categóricos, te decían: “Haz una oposición o tienes que trabajar toda la vida”. Después todo fuimos muy listos; sabíamos al dedillo o de carrutela incluso cantando, que los participios terminaban en ado, ido, to y cho. Sea como sea, la hucha representaba algo más que la compra de un pirulí, cuando llegaba “La Feria”. Pasaba como ahora nos dicen con la hucha de las pensiones, que según nos dicen se le está viendo el “hondón”. Vaya cosa que nos van a decir cuando eso nosotros, lo sabíamos desde muchacho con nuestras propias huchas. SALUDOS.