A mi buen amigo Jabato, que con vehemencia lo pide, para que la salud no decaiga ni el cuerpo lo olvide. En consideración, además, de usar un nombre de recuerdo, para mí, tan noble y con quien tanto quise (TBO que me dejaba mi amigo, el de la calle nueva)
PARTE II.
Como decíamos ayer… (F. Luís de León que, por cierto era de un pueblo de Cuenca- Belmonte- donde yo medité en lánguidas tarde por donde tirar) la cosa de pegarnos con nuestros hermanos lusitanos (castellanos y portugueses, que españoles somos todos- L. de Camoes-) sin mediar beneficio alguno que no fuera para los mesmos de siempre, se ha venido perpetuando prácticamente hasta ayer por t’o el día. La penúltima, fue la tontería que se le ocurrió al gran Napoleón- que buena tenía las partes- allá por 1801, para que el bello, atractivo, inteligente y un poco chuleta, paisano nuestro- tal Godoy- tuviese su coto privado de caza (también tengo derecho, se diría él) Así que dicho y hecho. Se inventó una guerra que se le llamó de las naranjas (Se llamaba así, como saben Vds., porque el paisano Godoy envió una ramo de naranjas portuguesas a la reina María Luisa, a la que obviamente se estaba beneficiando. Si en vez de tales naranjas- qué horterada- le hubiese enviado pepinos, se habría llamado “de los pepinos”) El caso es que nos liamos a mamporrazos con los otros, con el objetivo de que el Algarbe fuera para “il bello”. Al final nos conformamos con que Olivenza se quedara en este lao de la raya.
Se deduce de la meritada exposición que, como quiera que Membrío anda cerca de la frontera y, en aquellos tiempos, aun no se hubiera inventado la logística militar, el soldado vivía sobre el terreno, es decir, de lo que afanaba. Por lo tanto, saquear y quemar era lo más normal- en ambos bandos- ¡Que se lo pregunten a los pobres de Badajoz!
Lo que no era muy normal -y se conoce poco- en tiempos de guerra (S. XV-XVI)- eran los gestos poéticos y generosos- Va uno:
Un Rey portugués (Alfonso V), que andaba a hostias con los castellanos de los Reyes Católicos, se personó en el puente de Alcántara, con el objetivo de pasarlo p’a liarla. Los de este lao, que verían la cosa joia, le dijeron: " ¡Como intentéis pasar lo destruimos!”. El tal Alfonso, se mosqueó y le dijo, más o menos- en latín, se supone- al jefe de los sitiados: << ¡No lo joáis, so joios por culo, que yo doy un rodeo p’a meteros mano! ¡No os da vergüenza, joer un edificio de ese calibre! ¡Yo no quiero Castilla sin ese edificio!>> ¡Vaya detalle! Un detalle que hizo posible que hoy día, semejante obra (a pesar de las veces que la han joio) la podamos contemplar, en PAZ y SOSIEGO, con nuestros hermanos portugueses. Y, a aquellos que pusieron la frontera artificial- los mismos de siempre- que les den por donde los pepinos amargan. Porque yo- que estoy en eso del iberismo- soy lusitano, no comunero. La historia hay que tomársela, a veces, con filosofía. Saludos. PC
PARTE II.
Como decíamos ayer… (F. Luís de León que, por cierto era de un pueblo de Cuenca- Belmonte- donde yo medité en lánguidas tarde por donde tirar) la cosa de pegarnos con nuestros hermanos lusitanos (castellanos y portugueses, que españoles somos todos- L. de Camoes-) sin mediar beneficio alguno que no fuera para los mesmos de siempre, se ha venido perpetuando prácticamente hasta ayer por t’o el día. La penúltima, fue la tontería que se le ocurrió al gran Napoleón- que buena tenía las partes- allá por 1801, para que el bello, atractivo, inteligente y un poco chuleta, paisano nuestro- tal Godoy- tuviese su coto privado de caza (también tengo derecho, se diría él) Así que dicho y hecho. Se inventó una guerra que se le llamó de las naranjas (Se llamaba así, como saben Vds., porque el paisano Godoy envió una ramo de naranjas portuguesas a la reina María Luisa, a la que obviamente se estaba beneficiando. Si en vez de tales naranjas- qué horterada- le hubiese enviado pepinos, se habría llamado “de los pepinos”) El caso es que nos liamos a mamporrazos con los otros, con el objetivo de que el Algarbe fuera para “il bello”. Al final nos conformamos con que Olivenza se quedara en este lao de la raya.
Se deduce de la meritada exposición que, como quiera que Membrío anda cerca de la frontera y, en aquellos tiempos, aun no se hubiera inventado la logística militar, el soldado vivía sobre el terreno, es decir, de lo que afanaba. Por lo tanto, saquear y quemar era lo más normal- en ambos bandos- ¡Que se lo pregunten a los pobres de Badajoz!
Lo que no era muy normal -y se conoce poco- en tiempos de guerra (S. XV-XVI)- eran los gestos poéticos y generosos- Va uno:
Un Rey portugués (Alfonso V), que andaba a hostias con los castellanos de los Reyes Católicos, se personó en el puente de Alcántara, con el objetivo de pasarlo p’a liarla. Los de este lao, que verían la cosa joia, le dijeron: " ¡Como intentéis pasar lo destruimos!”. El tal Alfonso, se mosqueó y le dijo, más o menos- en latín, se supone- al jefe de los sitiados: << ¡No lo joáis, so joios por culo, que yo doy un rodeo p’a meteros mano! ¡No os da vergüenza, joer un edificio de ese calibre! ¡Yo no quiero Castilla sin ese edificio!>> ¡Vaya detalle! Un detalle que hizo posible que hoy día, semejante obra (a pesar de las veces que la han joio) la podamos contemplar, en PAZ y SOSIEGO, con nuestros hermanos portugueses. Y, a aquellos que pusieron la frontera artificial- los mismos de siempre- que les den por donde los pepinos amargan. Porque yo- que estoy en eso del iberismo- soy lusitano, no comunero. La historia hay que tomársela, a veces, con filosofía. Saludos. PC