“VESTIGIOS DEL PASADO…” 10. VI PARTE.
Aunque resulte un poco anacrónico el brasero de picón y sin embargo digamos te quiero, te quiero no… pero nos seguimos acordando de él, sobre todo en los días de lluvias como hoy. Hay amantes y distractores como en todo: unos dicen que son trabajosos puesto que hay que encenderlo todos los días, sucio porque amarillea las paredes y peligroso cuando está mal encendido o cogen tizón un tizón por eso del dióxido de carbono; en cambio ahí siguen los defensores esgrimiendo con la salvadora frase: “Es lo que mejor calienta…”.
El hacer picón constituía a bastantes familias su sustento, y en las casas un lugar de encuentro para la conversación, lugar de devoción para los novios en sus rondas después de cenar. Allí estaba la madre o la abuela alrededor de la mesa- camilla presenciando lo que pasaba, incluso cuando había que echar una “firma” lo hacía ella; ya que del futuro yerno no se faba y lo mejor sería tenerlo con las manos ocupadas: migando pan para las sopas o migas, platos de cada día. ¡Cuántos de ellos pan habrán picado…!
Que sería la mesa- camilla sin televisión, móvil u ordenador y es que el silencio incluso hablaba; máxime cuando la abuela colocándose el pañuelo de la cabeza exclamaba: ¡Ay que pena…! El susto de pronto nadie te lo quitaba. Pero lo más importante, es que era un lugar excelente para la transmisión oral. Uno sabía lo que le pasó un día al abuelo mientras labraba, acercándose 5 lobos en manada…¿abuelo, saldría usted corriendo…! El abuelo ufano contestaba: ¡Nada de eso… ¡Me fue corriendo a echar mano al palo con porra que tenía en los aparejos… El final todo el mundo se lo imaginara… viendo huir los lobos cagando leche o miedo….que más dá.
Lo triste de todo, es que teniendo tanta experiencia sobre los braseros, nos estemos ahora dando cuenta, que los braseros eléctricos tiran no precisamente a favor de tu cuenta… sino para el bolsillo de las eléctricas. SALUDOS.
Aunque resulte un poco anacrónico el brasero de picón y sin embargo digamos te quiero, te quiero no… pero nos seguimos acordando de él, sobre todo en los días de lluvias como hoy. Hay amantes y distractores como en todo: unos dicen que son trabajosos puesto que hay que encenderlo todos los días, sucio porque amarillea las paredes y peligroso cuando está mal encendido o cogen tizón un tizón por eso del dióxido de carbono; en cambio ahí siguen los defensores esgrimiendo con la salvadora frase: “Es lo que mejor calienta…”.
El hacer picón constituía a bastantes familias su sustento, y en las casas un lugar de encuentro para la conversación, lugar de devoción para los novios en sus rondas después de cenar. Allí estaba la madre o la abuela alrededor de la mesa- camilla presenciando lo que pasaba, incluso cuando había que echar una “firma” lo hacía ella; ya que del futuro yerno no se faba y lo mejor sería tenerlo con las manos ocupadas: migando pan para las sopas o migas, platos de cada día. ¡Cuántos de ellos pan habrán picado…!
Que sería la mesa- camilla sin televisión, móvil u ordenador y es que el silencio incluso hablaba; máxime cuando la abuela colocándose el pañuelo de la cabeza exclamaba: ¡Ay que pena…! El susto de pronto nadie te lo quitaba. Pero lo más importante, es que era un lugar excelente para la transmisión oral. Uno sabía lo que le pasó un día al abuelo mientras labraba, acercándose 5 lobos en manada…¿abuelo, saldría usted corriendo…! El abuelo ufano contestaba: ¡Nada de eso… ¡Me fue corriendo a echar mano al palo con porra que tenía en los aparejos… El final todo el mundo se lo imaginara… viendo huir los lobos cagando leche o miedo….que más dá.
Lo triste de todo, es que teniendo tanta experiencia sobre los braseros, nos estemos ahora dando cuenta, que los braseros eléctricos tiran no precisamente a favor de tu cuenta… sino para el bolsillo de las eléctricas. SALUDOS.